Bush inicia una ofensiva diplomática en busca del prestigio perdido en Irak
El presidente de EE UU visitará en el mes de junio Italia, Francia, Irlanda y Turquía
George W. Bush abre en junio una fase intensa e hiperactiva de recomposición de las alianzas maltrechas por la guerra de Irak. El presidente de Estados Unidos intenta recuperar, aunque sea en parte, el respeto internacional que consiguió en septiembre del año 2001 después de los atentados de Al Qaeda en Nueva York y Washington. Bush, que atraviesa su peor momento político y no tiene ninguna garantía de ganar las elecciones presidenciales del próximo 2 de noviembre, trata de afianzar una estrategia que maquille el fracaso de la posguerra.
Un factor vital en esta estrategia es la intervención de Naciones Unidas en el futuro de Irak y el aumento de la presencia internacional, pero Bush viaja a una Europa que nunca como ahora se ha sentido tan distante de Estados Unidos y en la que la mayoría de los dirigentes y de la opinión pública quieren su derrota en las elecciones.
Bush va a viajar y entrevistarse con líderes internacionales en las próximas cuatro semanas como no lo ha hecho en los últimos tres años, y en circunstancias difíciles. Su viaje a Roma, París y Normandía es el primer paso. En Roma, Bush tendrá el respaldo de Silvio Berlusconi, pero allí empezarán, el viernes, las protestas callejeras que se repetirán después en París. Allí debe, además, pasar por el trago del presidente Jacques Chirac, el hombre que dirigió la resistencia a la guerra. Ambos harán un ejercicio público de superación de la crisis el domingo en Normandía, un respiro para Bush, porque será la ocasión de recordar -en un momento en el que la imagen de EE UU está por los suelos en casi todo el mundo- el sacrificio de vidas norteamericanas para la liberación de Francia y de Europa.
Después, Bush será el anfitrión de la reunión del Grupo de los Ocho en Sea Island, Georgia. Aquí juega en casa y su baza es la aprobación de un plan para estimular las reformas políticas y económicas en Oriente Próximo y norte de África. En torno a la cumbre del G-8, el Consejo de Seguridad debería aprobar la resolución que da a la ONU un papel de dirección en Irak. El 26 de junio, Bush acude a Irlanda para la cumbre EE UU-UE y desde allí va a Estambul, a la cumbre de la OTAN del 28 y 29 de junio, un día antes de que acabe formalmente la ocupación de Irak.
La Casa Blanca confía en que Bush pueda dar una imagen de liderazgo global y pedir -aunque sea mal y tarde- que los aliados le echen una mano en Irak. Lo que nadie debería esperar a cambio es escucharle decir que se equivocó con Irak y que, después de la experiencia, no volverá a lanzarse a una aventura semejante. No lo ha dicho en Estados Unidos y no lo va a decir fuera, porque admitir errores en campaña electoral es lo que le faltaba: Bush se encuentra en índices de apoyo escuálidos, y si las elecciones fueran hoy, probablemente las perdería.
Desprecio a la diplomacia
Los demócratas lo saben y tratan de hilar fino. No pueden estar contra la guerra, porque todos sus líderes -John Kerry incluido- votaron a favor, pero sí pueden recriminar a Bush el desprecio a la diplomacia y la imprudencia de la posguerra. Éste es el consejo que el miércoles dio el senador Christopher Dodd a Bush: "Tiene que subirse a un avión, volar a Europa y reunirse con nuestros aliados o convocar una cumbre de la OTAN y decir: 'Necesito ayuda'. Debería decir: 'He cometido errores y ahora les pido ayuda".
La situación es paradójica, porque los demócratas no pueden aparecer -Kerry lo hizo y pagó un precio- como la opción de los europeos sin que parte del electorado se moleste y reaccione en contra; al tiempo, Bush necesita realmente la ayuda, y los europeos deben calcular con cuidado el trato que le dan, porque las elecciones de noviembre están abiertas, y sea quien sea el próximo presidente, es urgente la recuperación de los lazos transatlánticos. Si el electorado percibe que, llegado el momento, nadie hizo nada para afianzar la democracia en Irak, Bush puede no ser el único perjudicado.
La diplomacia sui géneris de Bush quizá consiga algo, a pesar de su pésimo historial. Por el momento, lo que el Gobierno quiere es una negociación rápida en la ONU. La Administración ha reiterado -Powell lo hizo el viernes, en un encuentro con periodistas extranjeros- que las tropas dejarán Irak antes de un año si lo pide el Gobierno que surja de las elecciones de enero de 2005. Mientras, el objetivo es internacionalizar. Según Powell, la resolución debería conseguirlo, "porque muchos de nuestros amigos, especialmente los que no nos apoyaron y fueron muy críticos con nuestros esfuerzos para liberar Irak, nos han estado diciendo que deberíamos poner en pie un Gobierno soberano. Bueno, eso está a punto de ocurrir. Espero que los europeos lo aprecien y respondan lo mejor que puedan a las peticiones que van a recibir del nuevo Gobierno provisional iraquí".
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