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INTEGRISMO POLÍTICO EN EE UU / 3
Columna
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El peligro hispano

La dimensión fundamental del integrismo, como de todo movimiento político radical, es ideológica, con una ideología directamente volcada a la acción y compatible, por tanto, con el anti-intelectualismo de sus líderes. En Norteamérica, también. En la cohorte de sus ideólogos hay diversas clases y niveles. La formulación de los temas de más calado se confía a aquellos que disponen de mayor legitimidad intelectual y académica. Y así, para anunciar el triunfo definitivo de la democracia capitalista se recurre a Francis Fukuyama, quien, en The end of history and the last man, lo proclama urbi et orbe, y cuando se trata de preparar la contienda contra el islam se llama al profesor Samuel Huntington, quien nos sirve su profecía The clash of civilizations and the remaking of world order con vocación de autocumplimiento. Los ensayistas mediáticos -Robert Kagan, los Kristol (padre e hijo), Fred Barnes, los dos Kaplan, Lawrence y Robert, Max Boot, Franck Gaffney Arnaud de Borchgrave, Morton Kondracke, Norman Podhoret, Charles Krauthammer- son las tropas de choque que movilizan y acompañan las operaciones de impacto inmediato. Las dos Cartas a la opinión pública corresponden a esta categoría. La primera, la Carta de América, promovida por el Institute of American Values, firmada por 64 intelectuales norteamericanos y mundialmente difundida, justifica la guerra en Afganistán basándose en los principios de la guerra justa, y en ella asume un papel destacado Michael Walzer; la segunda Preemption, Irak, and Just War, del 14 de noviembre de 2002, intenta hacer lo mismo con la invasión de Irak, apoyándose en la doctrina de la guerra preventiva. Ambas operaciones tienen como único objetivo justificar la dominación mundial de Estados Unidos.

En el grupo de los académicos hay que anotar la última alerta del presidente de la Harvard Academy for International and Area Studies, el coautor del Informe a la Comisión Trilateral sobre los riesgos de la participación democrática, el intelectual para todos los usos militares, Samuel Huntington, que con su ensayo El reto hispano, publicado en Foreign Policy, aporta su aval académico a la guerra civil cultural que está iniciándose. El impulsor del conflicto bélico en Oriente Medio nos advierte ahora de la amenaza que supone para la supervivencia de los EE UU la masiva y permanente inmigración mexicana y, con carácter más general, latinoamericana. Que es muy distinta de la clásica y reglada inmigración a Norteamérica, la cual, a pesar de su carácter multiétnico y multirracial, no puso nunca en peligro, gracias a su voluntad de asimilación, el credo americano, base de su identidad cultural y simbólica. La lengua inglesa, la religión cristiana, el concepto anglo del imperio de la ley, los valores protestantes del individualismo, componentes esenciales de esa identidad, se ven conculcados por estas masas incontroladas que llegan por la frontera del Sur, y que se obstinan en seguir siendo mexicanas. Con ello, la reconquista del suroeste del país, anuncia Huntington, se ha puesto en marcha, y como previene el profesor Charles Tuxillo, antes de 2080 habremos asistido a la unificación de estos territorios con los Estados del norte de México, dando lugar a una nueva entidad nacional, Mexamérica o Améxica. En línea con esta visión del futuro, Victor Davis Hanson en Mexifornia: a State of Becoming, Encounter Books 2003, nos remite, al igual que Huntington, a lo que está sucediendo en el Estado de Florida, donde a los anglos les quedan tres posibilidades: aceptar una posición subordinada; incorporarse a la prevalente comunidad hispana, lo que el sociólogo de ese origen Alejandro Portes, con el fervor del neófito, llama "aculturación a la inversa", y emigrar a otro Estado de la Unión. Según Huntington, esta tercera posibilidad es la que se está imponiendo y el éxodo de anglos de Miami ha superado en los últimos tiempos los 140.000. Y concluye con el texto de una amedrentadora pegatina que ha hecho estragos en Florida: "El último estadounidense que abandone Miami, por favor, que se traiga la bandera".

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