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El diagnóstico de niños celíacos se dispara en los últimos 14 años

Los expertos lo atribuyen a una mayor atención a la enfermedad por los pediatras

El diagnóstico de niños celíacos se ha disparado al pasar de uno por cada 2.000 nacidos en un estudio de 1990 a tasas de uno cada 300. Este acusado aumento no se debe a un crecimiento súbito de la enfermedad, como explica la gastroenteróloga del hospital La Fe Carmen Ribes, sino a la mayor atención que prestan los pediatras, que diagnostican la mayor parte de los casos, aún en las manifestaciones menos agresivas.

Ribes, presidenta del XI Congreso de la Sociedad Española de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica que se inauguró en Valencia, señaló ayer que se está elaborando un estudio para determinar la prevalencia exacta de la enfermedad entre los valencianos; aunque comentó que las cifras que se barajan estima la tasa de afectados en uno por cada 300 niños nacidos y en determinadas áreas puede llegar a uno por cada 150. Estos índices son similares a los países europeos de nuestro entorno, aunque más elevados a los que arrojaron un estudio elaborado en 1990. La diferencia entre los datos actuales y los de entonces no se explica por un aumento súbito de casos -aunque sí puede haber un incremento moderado-. Ribes considera que se debe, más bien, a que los especialistas prestan más atención y medios a este problema, lo que favorece que se diagnostique más.

La especialista valenciana presenta en el congreso los primeros resultados de un estudio relativo a la base genética de esta afección y los factores heredados relacionados con su desarrollo. La enfermedad se desencadena por el consumo de gluten en los pacientes, una sustancia presente en la harina de trigo, cebada, centeno y avena y en buena parte de productos de repostería industrial, que no toleran los enfermos que la padecen, de forma que se produce una atrofia de las vellosidades del intestino que provoca una mala absorción de los nutrientes. Las expresiones más graves suelen tener un diagnóstico más sencillo, pero las menos graves han sido tradicionalmente más difíciles de detectar.

El retraso en el diagnóstico puede provocar anemias, osteoporosis, abortos de repetición o enfermedades autoinmunes. Un mejor conocimiento de las bases genéticas ayudaría a identificar la enfermedad mejor y evitar diagnósticos tardíos. De momento, los primeros resultados del estudio muestran que en una misma familia hay personas con un mismo perfil genético que presentan diversas formas de la enfemedad -más leve o más grave- y al contrario, se puede presentar una misma forma con perfiles diferentes, "lo que explica que la identidad genética no lo explica todo, por lo que estamos investigando nuevos genes", comenta Ribes.

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