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Columna
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Cosoberanía

Los cachorros del PNV, ésos a quienes Juan José va situando en cargos decisivos dentro del Partido, están resultando implacables con sus "padres". Aita Xabier no puede sino batirse en retirada. Pasó su tiempo (Ibarretxe lo supo el mismo día en que ganó las últimas elecciones autonómicas; repásense los videos.) Son los nuevos leones. Controlan el EBB y el BBB, las organizaciones decisivas. Queda Egibar, cierto, pero más como estela reseñable que como alternativa real. Mientras tanto, el nuevo equipo se posiciona, y va mostrándose en la escena política del país. Son ascetas, son demiurgos de la fantasía, están ungidos por cierta predestinación a la manera de un aura intangible.

Tienen a su favor y en su contra que ignoran casi todo sobre la tradición del PNV. Arzalluz hizo todo para que el partido olvidara a los Ajuriaguerra, Irujo y Aguirre, la generación anterior; gente que, entre la República, el franquismo y el exilio, evolucionó desde cierto integrismo hacia una comprensión más concreta de la democracia, hacia cierta democracia cristiana homologable con la europea. Apenas si conocen la existencia de Kizkitza, el ideólogo del partido entre 1900 y 1936, compañero de Arana, su verdadero albacea; un nacionalista sensato. Y, si hiciera falta, pueden remitirse al más primario Sabino Arana o al financiero George Soros, tanto monta. Una generación huérfana de referentes. Es el legado de Arzalluz en su jubilación. Imagen de gestores encorbatados y eficaces, y una seguridad que les dan las sucesivas elecciones ganadas. Cierto instinto pragmático y un desierto categorial.

En fin, Iñigo Urkullu pertenece a esa camada. Apoyado por Juan José y Josu Jon, se ha hecho con el BBB. Ya era antes su presidente; algo habrá aportado, pero tiene en su haber o en su debe el haber humillado al padre, a aita Xabier. Este lunes hacía unas declaraciones en estas páginas (EL PAÍS, edición del País Vasco, 24 de mayo de 2004). En ellas abogaba por la "cosoberanía" para el País Vasco con cierto descaro intelectual, más propio de alguien ayuno en estas lides. Es verdad que el concepto aparece ya en esa cosa indefinible llamada Propuesta de Estatuto Político de la Comunidad de Euskadi (¿Apuntes para un coro de arcángeles?, ¿borrador de bachiller que confía en hacer derecho?, ¿documento xenófobo? Tiemblo en cualquier caso, pero muy especialmente ante la última posibilidad).

La idea de cosoberanía tiene historia. La debatieron federales (A. Hamilton) y antifederales (J. C. Calhoun) en el XVIII-XIX estadounidense. Precisamente este último, Calhoun, vicepresidente de Estados Unidos (1825-1832), defensor de los intereses del Sur y antecesor de los confederales secesionistas, fue su mayor detractor. La soberanía ha de residir en un cuerpo político, decía. Para él debían residir en los Estados fundadores y nunca en la Federación surgida de ellos (EEUU).

Después no ha tenido mejor fortuna en el derecho. Tampoco en el lenguaje común o en el mundo intelectual. Unamuno, diputado en las Constituyentes de 1931, decía: "Confieso que no veo muy claro lo de la cooficialidad [de las lenguas españolas], pero hay que transigir. Cooficialidad es tan complejo como cosoberanía; hay cos de éstos que son muy peligrosos". La propia UE se "inventó" el ambiguo concepto de "subsidiariedad" para evitar la colisión entre la Unión y los Estados. Nunca, claro, se habló de cosoberanía. Y eran entes bien articulados y constitutivos.

Sólo en algunos casos han hablado los tribunales de "cosoberanía"... pero sobre las insalubres aguas marinas. El CIJ dio la cosoberanía a Honduras, Salvador y Nicaragua sobre el Golfo de Fonseca para permitir a los tres países la salida al mar. Se ha hablado de cosoberanía en el caso de Gibraltar (Gran Bretaña-España), pero los primeros en oponerse a ello han sido los propios gibraltareños. Pasemos brevemente por Euskadi: cosoberanía ¿entre quienes?, ¿entre España y el País Vasco?, ¿resultan homologables?, ¿por qué he de renunciar a mi soberanía sobre el resto de España?, ¿qué obtengo a cambio: una Seguridad Social precaria?

Total, que convendría que los nuevos cachorros se leyeran a sus mayores y a sus contemporáneos. Sólo, leer. Mientras tanto, podemos irnos arreglando, pero es imprescindible que se pongan al día.

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