'Trece rosas rojas' indaga en las raíces de la represión franquista
Teresa Fernández de la Vega presenta el libro de Carlos Fonseca
María Teresa Fernández de la Vega, vicepresidenta primera del Gobierno, pronunció ayer un alegato en favor de la paz y de alerta sobre las consecuencias de las guerras, durante la presentación, junto con la escritora Almudena Grandes, del libro Trece rosas rojas, del periodista Carlos Fonseca. Versa sobre la detención, juicio y condena de 13 mujeres muy jóvenes, algunas de ellas en la minoría de edad, recluidas en el penal madrileño de Las Ventas por razones ideológicas y fusiladas en agosto de 1939 con 43 personas más. Las adolescentes se vieron atrapadas en un montaje criminal del general Franco para amedrentar por el terror a la oposición comunista, socialista y laica a su régimen impuesto por las armas.
"Aquel grupo estaba formado por mujeres que no eran ni tontas, ni frágiles, ni ingenuas, como han sido observadas por miradas que oscilan entre la ñoñería y la sospecha", dijo Almudena Grandes. "Ellas no querían morir, ni tenían vocación de heroínas; eran mujeres maduras, responsables y conscientes de lo que a España se le venía encima con el franquismo y representaban lo mejor de aquella generación de mujeres republicanas", añadió la escritora. Grandes formuló una petición: "Que deje de llamarse 'nacional' al ejército golpista que en 1936 se alzó contra la legalidad republicana, que las trece rosas y miles de jóvenes más encarnaron".
Por su parte, la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega reconoció la deuda de la democracia española con aquellas jóvenes, "gracias a cuyo esfuerzo nosotros hoy podemos vivir en libertad". Subrayó luego que en el origen de la aniquilación de aquellas adolescentes, muertas en la flor de la vida, se hallaba "la guerra despiadada, devastadora, ciega y sorda al sufrimiento humano". Fernández de la Vega destacó además: "La violencia no debería ser ni siquiera el último de los recursos, mientras exista la palabra, porque el objetivo no puede ser el de vencer por las armas, sino que consiste en convencer con la razón".
La historia que relata el libro de Carlos Fonseca da noticia de que aquellas jóvenes -"algunas de las cuales no se conocieron entre sí", precisa- intentaron ridiculizar con el lema Menos Franco y más pan blanco el llamado Desfile de la Victoria, montado para humillar a los vencidos y ensalzar la figura del general. Aquella fue una de las causas que determinaron su condena a muerte. "También su arbitraria inculpación en la muerte de un policía en Talavera de la Reina, que indagaba sobre supuestas redes clandestinas en el seno del ejército franquista". Narra también la angustia de las muchachas, sus despedidas al saberse sentenciadas y sus anhelos, truncados ante el paredón del cementerio del Este, donde una placa recuerda su memoria y la de 2.650 personas fusiladas allí por sus ideales democráticos, republicanos, comunistas, socialistas, libertarios y laicos.
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