Aguas por cartografiar
Cada vez que arrecia la incertidumbre, los anglosajones suelen decir que se entra en "aguas sin cartografiar". Pues bien, eso es lo que ha sucedido en el último mes por causa de la combinación de dos elementos diferentes: por un lado, la aprensión de que la Reserva Federal de EE UU decida elevar abruptamente el tipo de interés del interbancario a un día (los llamados Fed Funds) para atajar de raíz un rebrote de la inflación que ya parece cercano; por otro, la subida de los precios del petróleo hasta el entorno de los 40 dólares por barril.
Los mercados son algo caprichosos en su reacción ante la subida del precio del petróleo. Así, entre enero de 1999 y marzo de 2000 se triplicó (de 10 a 30 dólares por barril) sin provocar apenas un titular, y sin que los mercados financieros pestañearan. Eran los años de la burbuja y esa subida de precio se consideró peccata minuta: el Ibex 35, por ejemplo, pasaba en ese mismo periodo de 9.900 a 12.800 (los que sí se vieron forzados al alza fueron los tipos de interés de largo plazo). Más recientemente, entre marzo de 2003 y marzo de 2004, el mismo Ibex 35 ha experimentado una subida del 58%, a pesar de que el barril de petróleo pasaba de 23 a 34 dólares.
Se ve, pues, que no basta con una fuerte subida del precio del petróleo para que en los mercados cunda el desasosiego. Lo que lo está provocando ahora es la constatación de que existe una fuerte demanda, coyuntural y estructural, a la vez que un incremento de los llamados, de manera eufemística, "riesgos geoestratéticos". Nada, en todo caso, comparable de momento con la alarma que atenazó a las economías occidentales y japonesa en la década de los setenta: recuérdese que entre 1972 y finales de 1974 el precio del barril pasó de 3 a 12 dólares para, posteriormente, con la revolución iraní, llegar a los 35 dólares de 1981.
El precio del barril de crudo ha tenido, pues, en la última parte de sus 140 años de historia una vida bastante azarosa. Desde finales de la Guerra Civil norteamericana su precio medio ajustado por la inflación se ha situado algo por encima de los 19 dólares, aunque sólo la mitad de ese tiempo ha estado por encima de los 15 dólares.
Para que la situación llegara a ser comparable en términos reales con la del año 1981, los precios del petróleo tendrían que subir hasta los 65 o 70 dólares por barril, algo que aún está lejos de suceder, aunque ya sea moneda corriente entre los operadores de crudo el hablar de un posible precio futuro de 50 dólares el barril.
Si ese recorrido de 10 dólares adicionales tiene finalmente lugar, los mercados de renta fija y variable seguirán experimentando fuertes sacudidas, aunque muy probablemente de magnitud limitada. Al menos por lo que queda de año.
Con este panorama de inflación y precios del petróleo al alza, será muy difícil que los fondos de renta fija en euros obtengan rentabilidades elevadas: en el último mes y medio han perdido 0,64% en promedio, lo que deja su ganancia acumulada en el año en 0,69%. Sólo una gestión muy venturosa hará que no terminen perdiéndola en aguas por cartografiar.
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