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Oriente Próximo, Europa, Barcelona y Kyoto

Las relaciones hispano-británicas son tan peculiares que, si se prescinde de Gibraltar, pese a la intensidad de los flujos turísticos, culturales y económicos, resulta incluso difícil dotarlas de contenido. El eje trasatlántico definido por José María Aznar creó una apariencia de aproximación política, desmentida a menudo por los hechos. Rota la alianza sobre Irak, las dos partes dan muestras de querer mantener alto el perfil de sus contactos. A ello contribuyó ayer la personalidad de Moratinos, bien conocido en Londres desde su etapa de embajador de la UE. Straw alaba todavía su trabajo.

También se advirtió un esfuerzo por evitar el tema de Irak y los eventuales reproches, que, a diferencia de Washington y Roma, ningún británico ha formulado. Ello sugiere que las dificultades sobre Gibraltar son las propias del proceso y tienen poco que ver con la actuación internacional de Zapatero.

Moratinos y Jack Straw hablaron de Irak sólo en el contexto de la resolución que prepara el Consejo de Seguridad de la ONU. Más amplio fue el capítulo de Oriente Próximo, en el que ambos se felicitaron de haber coincidido en la condena de la actuación israelí pronunciada la víspera en Nueva York.

Sobre la Constitución europea, Moratinos advirtió sólo "pequeñas diferencias" que no afectan a la distribución del poder. Londres y Madrid apoyan que la primera década de diálogo euromediterráneo se celebre en Barcelona y concuerdan en acelerar la aplicación del protocolo de Kyoto.

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