Salir a tiros de Gaza
El gobierno israelí está desbordando todos los límites imaginables en el conflicto con los palestinos. En aras del combate al terrorismo practica el asesinato extrajudicial, el derribo de cientos de viviendas para abrir pasillos de seguridad, el bombardeo de zonas civiles, la disolución de manifestaciones con ametralladora... Por si era insuficiente, las televisiones de todo el mundo difundieron ayer el lanzamiento de un misil desde un helicóptero mientras unos cientos de palestinos, entre ellos muchos adolescentes, protestaban en Gaza contra la matanza del día anterior. No es extraño que la conmoción sobrecoja a quienes dentro de Israel conservan un cierto sentido de la decencia.
Se suponía, además, que la salida israelí de Gaza iba a ser un primer paso a seguir luego en Cisjordania con vistas a la creación de un futuro Estado palestino. Pero los brutales métodos que está aplicando Israel tienen el efecto contrario: cierran el camino a la paz en cualquiera de sus versiones. Sharon está llevando adelante su plan de Gaza con el apoyo de EE UU (pese a la "preocupación" expresada por Washington tras la masacre de ayer) y de una mayoría de la población israelí, aunque no la de su partido (Likud), que lo considera demasiado entreguista. Quiere encapsular la franja por todos sus costados, incluida la frontera con Egipto, y, con el aval de su Tribunal Supremo, no ha dudado en destruir todos los edificios del llamado Corredor Filadelfia, a la vez que exige la rendición en masa de militantes de Hamás y otras organizaciones.
La retirada unilateral de Israel de Gaza era una débil luz en un largo túnel. Si los israelíes se hubiesen marchado sin causar este estropicio, renunciando a sus 21 asentamientos en la franja, con Egipto y Jordania encargados de la seguridad, y Europa, EE UU y algunos ricos países árabes volcados económicamente, se podría haber dado un paso en una nueva dirección.
Sharon pretende marcharse demostrando que se va tras haber derrotado y desactivado todo conato de terrorismo futuro. Pero el terror no se combate con más terror. Es hora de que la comunidad internacional eche una manta para apagar este fuego, y para despejar horizontes de esperanza, los únicos que pueden romper este círculo vicioso.
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