Dos ex presidentes dominicanos pugnan hoy por un segundo mandato

América Latina parece haber agotado la cantera de la renovación política y centrifuga presidentes y ex presidentes obsesionados por la reelección y sin apenas méritos. Algunos son prófugos de la justicia como el argentino Carlos Menem y el peruano Alberto Fujimori. El presidente de la República Dominicana, Hipólito Mejía, socialdemócrata, intenta un segundo mandato en las generales de hoy; también el ex presidente Leonel Fernández (1996-2000), centro derecha, favorito en los sondeos.

Más de lo mismo en esta tierra de caudillos. Harto de los fracasos y de la carestía de la vida, un vecino de Santo Domingo se comió públicamente un perro a la parrilla el pasado 14 de abril. La relación de empecinados es larga. El joven dinosaurio Alan García huyó de Perú porque iba preso por corrupción y casi gana la segunda presidencia. El nicaragüense Daniel Ortega naufragó cuando la obtuvo y la pretende de nuevo. Hugo Chávez fue reelegido y el embrujo del poder atrapó al brasileño Fernando Henrique Cardoso, cuya segunda Administración fue mortecina. En Colombia, el derechista Álvaro Uribe quiere repetir. México prohíbe la reelección, pero hubo presidentes del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que la maquinaron.

"Estamos, por desgracia, en presencia de un electorado inculto que permite y acepta complacido el devaneo de ciertos políticos", señala el analista dominicano José Martínez. Las empobrecidas sociedades latinoamericanas se manifiestan más apasionadas que reflexivas y renuevan su apoyo a candidatos que, siendo presidentes, demostraron su incapacidad.

El chino Fujimori, cuya extradición se pide a Tokio, encabeza encuestas de popularidad porque el presidente, Alejandro Toledo, decepciona. El dominicano Hipólito Mejía, quien, al menos 40 veces, declaró que no ambicionaba la reelección, modificó la Constitución contra la doctrina de su propio partido, el Revolucionario Dominicano (PRD) que la consideró una plaga.

"No hemos crecido institucionalmente", dice Roberto Rosario, miembro de la Junta Electoral de la República Dominicana. Con 27 partidos en liza, más de medio millón de nacionales

[entre ellos unos 9.000 dominicanos residentes en España con derecho a voto] podrán optar hoy entre el presidente Mejía, algunas de cuyas propuestas de campaña fueron de este cariz: "aquí hay que tener pantalones y los jardines colgantes de Babilonia", y el liberal Leonel Fernández, del Partido de la Liberación Dominicano (PLD). El resto de los candidatos cuenta poco en esta primera vuelta.

Durante sus cuatro años de gestión presidencial, Fernández acometió una impopular política de privatizaciones. Pero, pese a la corrupción denunciada, la República Dominicana creció entonces casi ocho puntos. Su principal baza es el fracaso de Mejía, bajo cuya Administración sus compatriotas sufren una crisis económica y una pérdida de poder sin precedentes en una década: el peso se derrumbó frente al dólar y la inflación alcanzó el 40% el pasado año, sin apenas precedentes. Fernández también coqueteó con la posibilidad de modificar la Constitución para reelegirse en el año 2000, pero desistió. Danilo Medina le sucedió como candidato del PLD y perdió, frente a Mejía, las elecciones de hace cuatro años por un margen del 25%.

Como entonces, la campaña electoral previa a la consulta de hoy ha tenido, sin duda, un perfil bananero. La violencia política, el abuso de los recursos del Estado, el proselitismo castrense, los insultos y la cháchara sin contenido, "son males que se mezclan con una cultura política del fraude de la que nadie escapa y sigue vigente", según Javier Cabreja, director de la organización independiente Participación Ciudadana.