Prevaleció la técnica

El inicio de estas jornadas nos brindó una noche flamenca artísticamente correcta, aunque la emoción fuera sólo patrimonio del introductor Manolo Valenzuela al evocar la tragedia del 11-M y las desapariciones de Chaquetón, Valderrama y La Paquera.

El toque estuvo representado por Óscar Herrero, un guitarrista que conoce a la perfección los secretos técnicos de su privilegiado instrumento. Actuó en formación de trío, acompañado por percusionista, saxo y flauta, con quienes interpretó estilos de tan distinto carácter como tarantas, bulerías o tangos. En alguna ocasión puntual me pareció que no había muy buena sintonía entre ellos, quizá por escasez de conciertos recientes.

Segundo Falcón convenció. Es cantaor con grandes conocimientos y siempre fiel a la ortodoxia, aunque no deje de introducir acentos personales. Brilló especialmente en su versión ligada del cante de trilla con la toná y liviana, dos estilos poco frecuentados y sin mucho que ver entre sí, que él convierte en una atractiva creación. Los más cálidos aplausos los logró, sin embargo, con fandangos de Huelva llenos de encanto y musicalidad.

El baile, por fin, estuvo representado con eficacia por el sevillano Rafael Campallo. Es intérprete que demuestra una aparente facilidad de lo que hace, aunque sobre todo en el juego de pies sean cosas complicadísimas. Lo que no me convence demasiado es que cuando coge velocidad da la impresión de que lo hace todo mecánicamente, sin sentirlo demasiado, extendiéndose excesivamente en zapateados inacabables.