Movilidad garantizada
Aunque por fuera no entusiasma, el Legacy tiene un interior con detalles cuidados que hacen sentirse a gusto: acceso cómodo, posición al volante, buenos asientos... Además, los mandos tienen un tacto suave y preciso que facilita la conducción.
Tracción 4×4 de serie
El principal aspecto diferenciador del Legacy es la tracción 4×4 permanente, de serie en toda la gama, incluido el 2.0 16v. básico. En condiciones normales reparte la potencia al 50% entre cada eje, pero lo varía automáticamente al detectar pérdidas de adherencia. El resultado práctico es una mayor seguridad y eficacia en pisos resbaladizos, y, sobre todo, una movilidad casi garantizada ante imprevistos meteorológicos (hielo, nevadas...) y sin tener que recurrir a las siempre engorrosas cadenas.
Pero al margen de la comodidad y tranquilidad que aporta la tracción 4×4 en los viajes invernales, este sistema mejora también el comportamiento dinámico. Y se aprecia bien en el Legacy. Para empezar, el coche obedece dócilmente y con precisión al volante y muestra unas reacciones siempre muy neutras. Así, el tren delantero se agarra muy bien y da mucha seguridad al conductor, tanto en trazados rápidos como en zonas muy viradas y con mal piso. Y el trasero sigue con fidelidad al primero para ofrecer una estabilidad conseguida y unas reacciones ágiles y eficaces en todas partes.
La seguridad se completa con unas suspensiones bien regladas que absorben los baches sin sacrificar la eficacia. Los frenos, ABS, paran bien el peso, aunque las pastillas de serie acusan la fatiga si se les exige a fondo. Pero esta versión no puede incluir el ESP ni como opción, una carencia criticable.
Prestaciones correctas
El motor 2.0 16v. de 140 CV tiene la arquitectura Boxer de cilindros opuestos tradicional en Subaru, que aporta un mejor reparto de pesos y un centro de gravedad más bajo. Destaca por su elasticidad, porque responde casi desde el ralentí y se estira con suavidad hasta las 6.200 vueltas. Así, resulta muy cómodo en ciudad y llanea bien en carretera gracias a un cambio de cinco marchas bien escalonado y con una quinta larga que reduce la sonoridad mecánica y el consumo. Sin embargo, la respuesta es tan lineal que parece un motor eléctrico y le falta fuerza y brío para recuperarse en las marchas largas, al acelerar y en especial al adelantar. Por eso, para sacarle el máximo partido hay que reducir con decisión y estirar las marchas por encima de las 5.000 vueltas.
Al margen de este detalle es suave y silencioso, sube de revoluciones sin que parezca que va forzado y mantiene buenos ritmos de crucero. Además, los consumos son ajustados para un 4×4, que siempre tiene más peso y rozamientos: puede gastar menos de ocho litros a velocidades legales y entre 10 y 11 en ciudad y conducción rápida, cifras correctas para una berlina de gasolina con su cilindrada y tamaño.
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