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VISTO / OÍDO
Columna
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Conservadores

Todo Gobierno es conservador. Todo gobernante es egocentrista. Basta recordar los Gobiernos revolucionarios amurallados hasta ser los más conservadores. Cuando en uno alguien quiso la "revolución permanente", le clavaron un piolet en la cabeza, después de haberle hecho huir. No digo que esté mal ni bien: es un hecho de la condición humana que, naturalmente, puede cambiar. Lo he pensado muchas veces; este Gobierno me lo recuerda. Está tratando de revolucionar lo que dejó mal hecho Aznar, y sus continuadores prosiguen luchando por ese mal. También hay un arrastre de posiciones durante siglos. Aún hay falangistas: ¡aún hay carlistas! Pero eso no es cambiar España, en lo que necesita, sino restablecer el despilfarro de la razón. Traerse las tropas -me divierte Bono camuflado y con casco, pero le agradezco la retirada- no es más que volver a antes de que hubieran ido: deshacer una operación siniestra. Muy bien. Reformar la ley electoral para obligar a los partidos políticos a equilibrar en ellos los sexos es interesante y válido, pero insuficiente. Y poco libre: allá los partidos con sus militantes. No veo por qué ese sistema no añadiría otros porcentajes de población: un cupo de ancianos, otro de jóvenes, una parte de homosexuales. No sé cómo harán la reforma en las leyes electorales: se tiene que tocar la Constitución, pero está claro que el número de diputados por circunscripción es injusto, y la ley D'Hondt favorece los grandes partidos y disminuye los pequeños; es contraria al pluralismo y se adoptó para continuar el franquismo a base de dos partidos únicos. Recordemos que grandes partidos de hoy fueron minúsculos antes (el socialista, hace 125 ilustres años). La Ley D'Hondt le hubiese matado.

Es dudosa la inmisción en las mezquitas y la vigilancia de los imames; sobre todo si no se hace con la Iglesia católica. Es mucho más culpable de muertes en España; sobre todo, es culpable de una alienación. La República, conservadora y a veces prefascista (Gil Robles-Lerroux), expulsó al cardenal Segura ("Al adoptar el Gobierno la resolución que ayer adoptó está seguro de haber prestado un servicio a la paz pública, y otro no menor a los altos intereses espirituales de la Iglesia", ministro de Gobernación) y a los jesuitas. Hoy su religión se disuelve sola. El Gobierno no puede restablecer lo que se perdió hace setenta años; se sabe. Tiene que conservarse.

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