_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Comparsa del fascio

En momentos así, sé que habrás murmurado para tus adentros aquellos versos de juventud: "Jinete del pueblo/ que la tierra es tuya", y te removerán tripas y náuseas esas fotos que envilecen tanto a quienes las toman y ocultan, cuanto a quienes fingen ignorarlas o ni siquiera las condenan, es decir, a los mismos que siempre se han negado a condenar los estragos del franquismo. De golpe, se te incendia la memoria por tres de los puntos que limitan las miserias de la condición humana, la crónica del exterminio contemporáneo y la geografía de la perversión: campos de Buchenwald y Albatera, y cárcel de Abu Ghraib. Cerca de Weimar, cerca de Alicante, cerca de Bagdad, por donde anduviste con tu lapicero y tus notas empapadas de vileza y dolor. Ya ves cómo la abyección también se globaliza, y se globaliza esa responsabilidad cómplice y repugnante de las torturas capturadas por un objetivo, que se extiende de la soldado Lynndie England al confeso secretario de Defensa de los Estados Unidos, Donald Rumsfeld. Y aún mucho más allá, si me apuras, amparada en el disimulo, el rango presidencial, la cobardía y el apresurado olvido. Va a ser un insulto a la conciencia y a la razón de la humanidad, que quien llevó el caos y la injusticia a Irak, aún pretenda levantar la bandera de la libertad y la democracia, desde los sótanos donde se ha cometido sádicamente tanta infamia, con la misma vara de medir Guantánamo y los desolladeros afganos. Sabes, sabemos, que la barbarie estaba programada y en curso, desde hace meses, sabes que se encubren unos a otros, que se protegen, que cada uno dice su papel y que todo, en fin, forma parte de esta gran farsa del nuevo orden: la crueldad es uno de sus recursos, como el saqueo y la explotación de los pueblos. Su ética, su moral, su dignidad, son apelaciones a la escombrera. No esperes nada, ni siquiera que Aznar o los suyos, que tanto se reían con estas cosas, pronuncien una sola crítica. Pero tú murmura tus versos de juventud y grita la denuncia. Nunca serás comparsa del fascio, como tantos que habitan la desmemoria.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_