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Reportaje:

"El cuerpo se convierte en mercancía"

Un libro repasa la evolución de la prostitución en Andalucía desde la Edad Media hasta hoy

Reyes Rincón

El oficio más viejo del mundo es en realidad uno de los más modernos. Algo existió ya en Roma y en la baja Edad Media, pero siendo "rigurosos", la prostitución como profesión surgió casi a las puertas de la Edad Moderna. Ésta es al menos la opinión de Francisco Vázquez y Andrés Moreno, un historiador y un catedrático de Filosofía que acaban de publicar Historia de la prostitución en Andalucía, editado por la Fundación José Manuel Lara. "Una profesión en la que el cuerpo se convierte en mercancía es un símbolo de modernidad", advierte Moreno.

El libro es un minucioso trabajo de investigación sobre las etapas por las que ha pasado esta actividad y para llevarlo a cabo, los autores han buceado en los archivos municipales, judiciales y en documentos de la Inquisición; han accedido a las memorias de las áreas de enfermedades venéreas de los hospitales más importantes de la región, muchos de los cuales contaban con las especiales para las prostitutas; y se han valido de cuadernos de viaje, pinturas e incluso coplas populares o poemas de Quevedo.

La obra parte del siglo XII, pero se centra sobre todo a partir del XIV, cuando surgieron las primeras mancebías andaluzas, unos barrios acotados dentro de la ciudad, con una sola puerta de entrada y salida, custodiada por un alguacil y donde las prostitutas contaban con un médico y un confesor. Según Moreno y Vázquez, en Andalucía existieron 45 y la región se convirtió en la de mayor "densidad prostibularia" del país. "Algunas estaban en pueblos de menos de 1.000 habitantes. Lo importante es que hubiera una población fluctuante y joven", explican los autores. La obra reconstruye los límites de algunas de ellas, como la de Sevilla, ubicada en el barrio del Arenal, en el que se levantó una tapia para aislarla del resto de la ciudad.

Las mancebías se cerraron en 1623 por cuestiones morales y la prostitución se convirtió por primera vez en un oficio clandestino. Pero después de dos siglos, el miedo a las enfermedades venéreas impulsó un nuevo sistema de reglamento controlado desde los gobiernos locales. De nuevo se permitieron los burdeles, pero sometidos a inspecciones médicas: cada prostituta tenía una cartilla en la que el facultativo del Servicio de Higiene apuntaba dos veces por semana su estado de salud.

Pero la oficialidad volvió a darle la espalda a los burdeles a partir de 1956 y hasta hoy. "No hemos hecho un panfleto político ni pretende hablar en nombre de estas mujeres, sino ofrecer instrumentos para pensar de otro modo el presente teniendo en cuenta la conflictividad del pasado", explica Vázquez. "Hay que ir más allá de los tópicos. Es una cuestión compleja que exige un pensamiento complejo, sobre todo porque su infierno no está en lo que hacen. Es nuestra manera de pensar lo que hay que cambiar".

Los dos autores muestran su rechazo al "plan contra la esclavitud sexual" abordado por el Ayuntamiento de Madrid. "Las políticas prohibicionistas han desembocado en la criminalización" de las prostitutas, dice Vázquez, quien también se opone a las políticas que tratan a las meretrices como víctimas o a las que castigan al cliente. Vázquez y Moreno no dudan en apostar por que las prostitutas puedan acceder a pensiones de vejez y desempleo y estén protegidas contra la enfermedad. "Y todo eso pasa por la integración en el sistema de Seguridad Social", advierten.

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Sobre la firma

Reyes Rincón
Redactora que cubre la información del Tribunal Supremo, el CGPJ y otras áreas de la justicia. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora de información local en Sevilla, corresponsal en Granada y se ha ocupado de diversas carteras sociales. Es licenciada en Periodismo y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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