Olivares con chip

Son capaces de controlar la cantidad de agua que necesita un olivar colocando pequeños sensores en los troncos de los árboles, sin utilizar ni un solo cable. "Creamos redes inteligentes, que además trabajan solas. Es lo que se llama una red ad hoc", explican. Pablo, Mario y Pedro se conocieron en un proyecto de investigación universitario sobre realidad virtual y aparatos biomédicos hace cuatro años. Hoy son los socios fundadores de Interfaces Hombre Máquina Avanzados (IHMAN), una de las empresas de nuevas tecnologías más premiadas en la provincia que intenta unir el mundo de la investigación con el empresarial.

Trabajan con proyectos de realidad virtual muy demandados por organismos oficiales, y tecnologías inalámbricas, más del gusto de empresas privadas. "Hacemos proyectos a medida, puede haber cosas parecidas en el mercado, pero nada que se adapte por completo a las necesidades del cliente, aseguran. "Pensábamos que íbamos a tener poco trabajo, porque es un campo no muy explotado en España, pero no nos podemos quejar, estamos bastante atareados".

Mario Palomo, de 29 años, se encarga de la investigación y desarrollo en IHMAN y Pedro Pardo, informático de 37 años, se ocupa de la línea de realidad virtual. "Trabajamos con los primeros aparatos de realidad virtual que entraron en España y eso nos dio ventaja a la hora de establecernos por nuestra cuenta. Éramos pioneros", explica Pedro. Mario estudió ingeniería de telecomunicaciones en Málaga y recibió el premio nacional al mejor proyecto fin de carrera en 1999. Acaba de ser padre de una niña. Entre visitas de familiares divulga parte de su quehacer diario. "Acabamos de terminar un proyecto en colaboración con la empresa de aguas de Málaga (EMASA) que permitirá detectar de forma sencilla posibles fugas en la red, calcular el agua que circula, el consumo..."

No es fácil hablar con ellos sin que se les escapen tecnicismos o tengan que recurrir a ejemplos para hacerse entender. Pedro, se encarga de la gerencia y hace de portavoz y relaciones públicas de la empresa: "En 2002 obtuvimos el I Premio de la Asociación de Jóvenes Empresarios de la provincia y el I Premio del Colegio de Economistas de Málaga". Reconocimientos que, según cuenta, no han llegado solos. "Tenemos mucho trabajo detrás".

En 2002 se constituyeron como una empresa semilla al amparo de la Universidad de Málaga (UMA) y poco después el Centro Andaluz de Emprendedores (CADE) los acogió. Su director, Enrique Benitez, sólo tiene halagos para ellos, y es que, tenían el perfil adecuado. En el CADE potencian, sobre todo, los proyectos de carácter tecnológico e innovador. La mayoría de los impulsados en 2003, un 39%, estaban centrados en actividades informáticas, de telecomunicaciones o nuevas tecnologías. El segundo puesto, un 21% se dedican a servicios de empresas. "Sobre todo nos ayudaron en la parte empresarial, que era donde estábamos más despistados", coinciden.

Seis meses después, trasladaron su sede empresarial al Centro Municipal de Empresas de Málaga. Ahora se apoyan en la Empresa Municipal de Iniciativas y Actividades Empresariales (Promálaga), que les ofrece un alquiler de bajo coste y les ahorra tiempo seleccionando las subvenciones de las que pueden beneficiarse.

Pablo, ingeniero de telecomunicaciones de 32 años, cierra el triángulo de Ihman. Vallisoletano, trabajó en el diseño de bancos de prueba para el avión de combate europeo en 1999 y ejerce de director de proyectos de desarrollo. "Me encargo de los sistemas de control aplicados a domótica (sistemas que automatizan las diferentes instalaciones de una vivienda), al campo... y diseños de electromedicina, como un electrocardiógrafo sin cables". Basa su trabajo en tecnologías inalámbricas como Bluetooth. "Buscamos que el paciente de un hospital o de una clínica privada se pueda hacer un electro sin necesidad de que haya cables de por medio. No contratamos nada. Lo hacemos todo de principio a fin".

Para el equipo, "el entusiasmo es clave", una actitud que se equilibra con la experiencia que obtienen de sus investigaciones. Los tres siguen vinculados al lugar donde se conocieron: la Universidad. Forman parte del grupo de investigación de interfaces avanzados DIANA. Entre sus clientes hay empresas "muy conocidas" que les obligan mantener un compromiso de confidencialidad, por el momento, no ponen su sello en todos sus trabajos. "Todo se andará", auguran.