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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Conducir a crédito

El ministro del Interior, José Antonio Alonso, ha fechado la introducción del carné de conducir por puntos. Salvo imprevistos, los conductores españoles dispondrán dentro de un año de un permiso de conducir con crédito sobre unos puntos, que se descontarán en función de las infracciones hasta que, agotado ese crédito, el documento quede anulado, y sólo pueda revalidarse tras un periodo de reciclaje y la rehabilitación del conductor.

No es la primera vez que se plantea esta posibilidad en España. Las autoridades de Tráfico sopesaron seriamente la implantación del carné por puntos en 1993, tras un informe favorable del Senado. Allí donde estaba vigente -Estados Unidos, Alemania y Japón- resultó una experiencia positiva. Como lo fue, más tarde, en Francia, Reino Unido, Luxemburgo e Italia, entre otros países, en los que el riesgo de perder puntos hizo que mejorara el comportamiento del conductor reduciendo hasta en un 30% el número de accidentes de tráfico en el primer año. No sólo el PSOE, que lo incluyó en su programa electoral, sino todos los grupos políticos, incluido el PP, que había sido reticente durante sus ocho años de mandato, son ahora partidarios, por lo que su implantación en la fecha prevista no debería hallar dificultades.

El carné por puntos, como muestra la experiencia, es una buena fórmula para estimular la responsabilidad del conductor, al que se da la oportunidad de corregirse y, por tanto, de evitar la sanción en su grado máximo. La retirada del carné se contempla como el resultado de una progresiva sucesión de infracciones y no como una medida inapelable que deba aplicarse sin remisión. El sistema permitirá la recuperación de puntos tras un periodo limpio de infracciones o con los correspondientes cursos de reciclaje, si se quiere que mantenga la dimensión tanto preventiva como disuasoria que se le supone. Pero, para ser equitativo, debería contemplar también un tratamiento distinto -¿en número de puntos?- entre quienes conducen por necesidad laboral y utilizan el vehículo como medio de vida y el resto de conductores. Sería exigible, incluso, que no se aplicaran idénticos criterios a la mayoría de conductores habitualmente prudentes que a esa minoría irreductible del 5%, que se mofa de las normas de circulación y que causa el 80% de los accidentes.

La introducción del carné por puntos supone todo un reto para la Administración, que deberá dotarse de una infraestructura que permita la reeducación del conductor, en cumplimiento del objetivo último del sistema. Finalmente, habría que aprovechar la ocasión para endurecer la respuesta social y legal frente a quienes circulan sin carné o sin seguro de automóvil, que han sido en número de 3.585 y 54.981 conductores, respectivamente, implicados en accidentes de tráfico en 2002.

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