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Pep Blay y Lluís Llort indagan en la violencia en sus últimas novelas

Dos historias llenas de violencia y dirigidas a lectores jóvenes. Las novelas Vampíria Sound, de Pep Blay, y Trenta-dos morts i un home cansat, de Lluís Llort, comparten el mismo espíritu iconoclasta. En ambos relatos aparecen personajes nihilistas que dan la espalda a las convenciones sociales y a las etiquetas del buen gusto. En definitiva, los autores ofrecen un sonado corte de mangas a lo políticamente correcto.

En su primera obra de ficción, el crítico musical Pep Blay ha decidido enfrentarse a sus fantasmas personales para darles un adiós definitivo. "Como no sabía sobre qué escribir, he escrito sobre mi pasado. Este libro supone para mí una especie de exorcismo. Es además un homenaje a la parte oscura de la vida, a la noche y a la gente de la música", explica Blay. La trama de Vampíria Sound sigue las pesquisas de un periodista adicto a todos los excesos para descubrir la identidad de un criminal bastante bizarro, conocido como el "asesino del compacto".

Además de pintar una Barcelona esotérica, plagada de vampiros y otras criaturas de cuentos para no dormir, el escritor narra experiencias propias de su época de cronista rockero. Así, en el libro aparecen con su nombre real un buen número de colegas de la profesión y alusiones constantes a las corrientes musicales más punteras de los últimos años. El cantante Gerard Quintana, ex líder de la desaparecida banda Sopa de Cabra, califica el libro de Blay como "una novela hedonista hasta el extremo".

Brutalidad explícita

Trenta-dos morts i un home cansat, de Lluís Llort, se inserta en la tradición de la novela negra y muestra una sociedad dominada por una violencia desmedida. Las descripciones de los actos de brutalidad cometidos por los personajes de la obra son tan explícitas que convierten el cine de Quentin Tarantino en una diversión de parvulario. "Es una historia muy cinematográfica. Parece una película gore, que no escatima ningún detalle. Sin embargo, la violencia no es aquí un espectáculo, sino un lenguaje", afirma la actriz Míriam Iscla, amiga del novelista y encargada de presentar el libro.

El autor rehúye expresamente la tentación de juzgar a sus personajes para que el lector extraiga cualquier tipo de moralina reconfortante. "Llort no te habla ni del bien, ni del mal. En ningún caso se propone dar lecciones", añade la intérprete. Una joven patinadora, asidua a los rincones más oscuros de una ciudad indefinida, es la protagonista de este libro sobre venganzas, sicarios y policías corruptos. La ética está proscrita del microuniverso descrito por el autor, un mundo poblado por asesinos a sueldo en el que la vida de las personas tiene menos valor que la de un gusano.

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A juicio del periodista David Castillo, el interés de ambas novelas reside en su carácter innovador: "Blay y Llort han escrito dos libros atípicos en la literatura catalana, que suele apostar por obras de tipo costumbrista".

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