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Tribuna:EN TORNO A LA SEVILLA DE JAVIER ARENAS
Tribuna
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Milagro camino de Damasco

"Sucedió que, yendo de camino, cuando estaba cerca de Damasco, de repente le rodeó una luz venida del cielo, cayó en tierra y oyó una voz que le decía: "Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?" El respondió: "¿Quién eres, Señor?" Y él: "Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero levántate, entra en la ciudad y se te dirá lo que debes hacer". Los hombres que iban con él se habían detenido mudos de espanto; oían la voz, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo, y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada. Le llevaron de la mano y le hicieron entrar en Damasco".

A partir de ese momento, como todos sabemos, Saulo o Pablo, dio un giro de 180 grados a su ideología y a sus mensajes y entró en la historia haciendo justo lo contrario de lo que él pensaba originariamente que iba a ser su cometido.

Respecto a los que iban con él y quedaron "mudos de espanto", no sabemos si alguno le siguió en su conversión. Lo más posible es que siguieran mudos por mucho tiempo, porque al espanto del momento sobrenatural en sí le siguió el espanto de empezar a escuchar a su líder diciendo lo contrario de lo que hasta ese momento predicaba.

Hace poco, en esta ciudad, hemos sido testigos de un nuevo prodigio de esta especie. No camino de Damasco, sino camino de Sevilla a donde Javier Arenas, moderno Saulo, se dirigía obligado por las circunstancias. La caída del caballo suponemos que no tiene nada que ver con la feria. Por otro lado, el estrépito de voces y luces ha sido sustituido en este caso por un artículo de opinión que a más de uno le habrá hecho, a su vez, caerse del asiento. Lo primero que desearíamos es que, por el bien de la ciudad, y siguiendo la senda del de Tarso, empiece cuanto antes a predicar entre los suyos su reciente revelación de que Sevilla es una ciudad próspera y con futuro, "la mejor Sevilla de la Democracia".

Lejos quedaron aquellos tiempos en que transmitían una imagen apocalíptica de una Sevilla decadente consumida por todos los problemas habidos y por haber. Lejos en su contenido, pero no en el tiempo, hasta antesdeayer estaba en uso ese argumentario. Vivir para ver.

Al menos, en esta ocasión, han sido más rápidos en reconocer el avance de la ciudad, comparado con lo que los conservadores tardaron en reconocer la primera modernización de Sevilla en los años de la Expo del 92. Las críticas al AVE, las críticas a las obras en la ciudad, las críticas a la propia muestra, la Cartuja después calificada de isla desierta,.... todo un discurso que tardó años en ser deglutido y ser transformado en, al menos, un tibio reconocimiento de lo que en esos años supuso el salto sin precedente de la ciudad. Esta vez han tardado menos en el cambio de discurso: necesidad obliga.

Lo que sí nos preocupa es ver como el shock pos-conversión ha producido de nuevo un trauma parecido al de San Pablo: "aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada", y por eso sería bueno que alguien lleve al converso de la mano y le haga entrar en Sevilla, en la Sevilla real de 2004. Porque su interpretación de la prosperidad de nuestra ciudad como "por derrame" de los divinos beneficios producidos por Aznar y su gobierno para con Sevilla chocan una y otra vez con la realidad, pura y dura realidad. Es propio de quien no ve nada, por ejemplo, las carencias en la inversión pública por parte del anterior Gobierno. Según datos de la Asociación Nacional de la Construcción, donde se reúnen empresas como ACS, Ferrovial o Urbis, la Administración central invirtió en Sevilla en 2003 tres veces menos que en el año 2000 (164 millones de euros en el 2000 y 48 en el 2003). La Junta de Andalucía y las demás administraciones han incrementado el esfuerzo inversor en este período en un 82%. Claro que eso no es suficiente para compensar lo anterior. De este modo Sevilla es uno de los lugares en los que la inversión per cápita en licitación oficial es menor, con 208 euros por habitante en 2003, frente a los 567 euros de media nacional.

Si Sevilla avanza y se moderniza no es gracias al extinto gobierno popular. Un Gobierno que antes de las elecciones municipales prometió solucionar la financiación estatal del metro para "el próximo otoño". Pasó el verano, el otoño, el invierno ... y ha tenido que ser la primavera de esperanza que está viviendo España con su nuevo Gobierno la que nos sitúe en la vía de solución para este asunto clave en Sevilla. Lo mismo podríamos decir de la financiación autonómica, las conducciones del agua de Melonares, el anillo de cercanías (aquí cabría recordar que a la primera piedra le debe seguir la segunda, la tercera, una mano de cemento, etcétera, para completar las obras). En cuanto a la ampliación del aeropuerto, aún recuerdo la respuesta del señor ministro de Fomento del PP, en el sentido de que la mejor ampliación para el aeropuerto de Sevilla era la segunda terminal que se está construyendo en Barajas. La visión obsesivamente central una vez más perjudicando a la periferia. Frente a eso, la concepción de España como una red (de infraestructuras, de ciudades, de intereses territoriales legítimos) que impulsa el actual Gobierno español.

En fin, el PIB ha crecido en Sevilla por encima de la media nacional... a pesar del PP. El desempleo disminuyó en el último año más de un 5% en Sevilla, frente a un contexto nacional donde el desempleo aumento más de un 1 %. Es decir, Sevilla seis puntos por encima de la media nacional en disminución del desempleo... a pesar del Gobierno del PP. La sociedad capta el empuje de Sevilla. Así, el Índice de Confianza Empresarial, basado en una encuesta de las Cámaras de Comercio, es para Sevilla del 19,6, frente al 15,0 de media nacional. Es decir, que los empresarios sevillanos tienen mejores expectativas de futuro de los de otras partes de España... a pesar del Gobierno del PP. Todo ello refleja que el impulso sevillano está por encima de la tarea del anterior Gobierno. Cabe pensar qué puede pasar cuando a estas energías de Sevilla se una un Gobierno de la nación que trate a nuestra tierra no con predilección, sino con justicia, sin abandonos ni discriminaciones por razones políticas.

Hemos asistido al milagro de la conversión, que sin duda precede (en este particular vía crucis popular) al de la transfiguración. Bueno, vale, si por lo menos sirve para ponernos de acuerdo en la situación real de la ciudad, bienvenido sea.

Yo por mi parte, a los milagros de apariencia o de opinión, prefiero los milagros con sustancia material, los milagros económicos. El de la multiplicación de los panes y los peces es un buen ejemplo. Estoy seguro de que vamos a asistir a una aceleración del impulso de Sevilla porque, gracias al presidente Zapatero, el Gobierno de la nación vuelve a ser ecuánime con nuestra ciudad, y ya nadie echará arenas en los engranajes de nuestros proyectos. ¿O no?.

Alfredo Sánchez Monteseirín es alcalde socialista de Sevilla.

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