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Columna
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Tiempo de mudanza

Todo cambia. Vivíamos en una burbuja. Entre que el conflicto es el de verdad, Norte-Sur, y el terrorismo doméstico ha sido sobrepasado sicológicamente por el terrorismo del Sur, nuestra Euskal Herria y sus problemas acaban reducidos a la dimensión del sainete. Madrazo quiere nacionalizar a los inmigrantes del Sur y no nos paga las indemnizaciones a los que estuvimos en las cárceles de Franco, mientras Ibarretxe desnacionaliza a los de toda la vida si sale adelante su plan y El Cabra demuestra ante las cámaras de una gran cadena de televisión española -en formato de terrorismo por entregas y género folletinesco- las fantasías animadas de un personaje cuya gesta bélica más conocida, y por ella procesado, fue su participación en las escuchas ilegales desde el Departamento de Interior a Garaikoetxea y otras personas durante la crisis del PNV que acabó dando origen a EA.

Todo se engrandece y, por lo tanto, nos empequeñece. Europa es un enorme gigante al que no hemos llegado como Estado independiente. Quizás mejor. Para haber llegado como Estado teníamos que haber combatido al franquismo con mucha más entereza, pero se prefirió usar esa entereza contra la democracia. Volverá a nacer un Sabino Arana II para recrear la ideología del agravio y del victimismo porque no estamos en Europa como Estado. Y otra vez a empezar.

Todo se altera. Resulta ahora tan entrañable nuestro pequeño y semioculto lugar, descubierto por el mundo gracias a las informaciones sobre los atentados de ETA, que sólo un malvado podía arrebatarnos nuestro santo grial del diálogo. Si Ibarretxe sufre la campaña de mano tendida del PSOE a la búsqueda del consenso, va a recibir de su propia medicina y tendrá que hacer muchos esfuerzos para que no se descubra, finalmente, que el alarde del diálogo no es más que una pose para embaucar a inocentes con ganas de ser embaucados. No debiera perdonar Ibarretxe a los socialistas que le roben, su diálogo hasta al amanecer, su bien más preciado y que nunca ejerciera, y que consigan demostrar que las famosas competencias pendientes le importan un pito. Porque los medios de comunicación han decidido, espejito, espejito, que el más dialogante del mundo es Rodríguez Zapatero.

Metamorfosis. ¿En qué se nos ha convertido Acebes?, ¿en Ramallo? De serio ministro de Interior, al peor encarado y deslenguado de cualquier galería carcelaria, lanzando ráfagas y andanadas de insultos sobre el actual ministro del ramo, que pecó de imprudente, pero que no se merecía la letanía de gruesos insultos. Por cada uno que lanzaba, se desvalorizaba la imagen que teníamos del Acebes sufriente por el atentado del 11-M (aunque eficaz, porque en una semana tenía desarticulado el comando criminal). Esperemos que ese no sea el estilo que vaya a usar el PP, porque esos modos acaban erosionando la política, como la erosionaron las manifestaciones ante las sedes del PP el 13-M.

Ante la mudanza, templanza. Unos atribuyen este dicho religioso a San Ignacio, otros a Santa Teresa, y yo no les puedo decir de quién es la frase. Al primero que se la oí fue a Mario Onaindia, que había pasado por el seminario. Aunque el pedaleo sea firme bajo el impulso de ese viaje a lo desconocido que es el plan Ibarretzx, la bicicleta se resiente, zigzaguea, padece crisis interna. Y como todos sabemos que los trapos sucios los saben lavar muy bien en casa, podemos creer que la crisis del PNV es seria. Pero la causa no es el dichosos plan, que les unifica en la milenarista marcha hacia la tierra prometida; es, ahora que lo tienen casi todo y pueden tener más en un futuro, por el poder. De repente la crisis nos descubre a este gran referente de la política vasca convertido en una olla a presión. Y no sería la primera vez que un partido periclita cuando lo ha alcanzado todo.

Por eso, lo prudente es la máxima inglesa, ver y esperar, en estos tiempos de mudanza Todo es tan inesperado que, más que salidas de tono, crisis internas o grandes teorizaciones sobre lo que no se sabe que puede deparar el futuro, hay que poner el énfasis en la espera. Porque los que anhelaban un poder lejano ya lo tienen y los que creían que se iban a eternizar en él, porque sólo tenían un flanco débil, ya lo han perdido. De momento, es todo demasiado complejo.

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