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Martínez Valero cierra tras suspender pagos y despedir a sus empleados

La firma de calzado alega que no puede hacer frente a su pasivo

La empresa de calzado de Elche Martínez Valero cesó ayer su actividad tras cuatro décadas de intensa producción. La emblemática mercantil suspendió pagos y dejó sin empleo a 147 trabajadores tras alegar que no puede hacer frente a un pasivo de unos cinco millones de euros. La ampliación de capital de más de 1,4 millones de euros efectuada el pasado mes de diciembre no ha servido para reflotar la firma.

Los trabajadores de Martínez Valero se congregaron ayer durante varias horas ante las puertas de la factoría, en el polígono Altabix, para "exigir explicaciones a la dirección". El presidente del Comité de Empresa, José Agustín García, comentó a Efe que la empresa estaba atravesando "algunos altibajos que podían hacer temer lo peor".

El abogado de la firma, Francisco Pomares, aseguró que "a la empresa no le ha quedado otra solución que el cierre de la factoría, ya que la ampliación de capital de más de 1.400.000 euros efectuada el pasado mes de diciembre no ha servido para reflotar la firma, cuyo pasivo asciende a unos cinco millones de euros". Según el representante legal de la empresa, la suspensión de pagos se realizó el pasado jueves, con un diferencial de activo y pasivo de unos cuatro millones de euros.

Para el presidente de la Asociación de Fabricantes de Calzado de Elche, Antonio Galiana el cierre de Martínez Valero, es una muestra de que el sector zapatero atraviesa un periodo difícil, indicó Según Galiana, "el sector tiene sus periodos altos y bajos, porque esta actividad emplea mucha mano de obra y el zapato es un producto de temporada".

Martínez Valero diseñó a finales del año pasado un plan estratégico para sortear la crisis en que quedó sumida por la caída de sus exportaciones y por la fortaleza del euro, que le restó competitividad en su principal mercado, el estadounidense. Como primera medida amplió su capital en 1,4 millones de euros. Luego propuso un expediente de regulación al 20% del total de los 150 empleados, y por último intentó reforzar su red de ventas y abrir nuevos mercados, con el fin de paliar la reducción del negocio en EE UU (30% de la facturación) donde la empresa posee una filial propia. Rusia y Australia se perfilaban como objetivos para 2004.

La empresa ilicitana pretendía poner en funcionamiento la factoría que posee en China para encargarse de producir todo el calzado destinado al mercado asiático (Japón y Hong Kong), donde hasta ahora no era posible fabricar con parámetros de calidad altos.

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