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Instituciones y asociaciones de vecinos declaran la guerra al 'botellón'

El Ayuntamiento ha creado una comisión para afrontar el problema de los fines de semana

El ritual es similar todos los fines de semana: miles de jóvenes, muchos de ellos menores de edad, se abastecen en supermercados de licores, cajas de vino y refrescos con el fin de fabricar combinaciones de alta graduación convirtiendo la vía pública un ruidoso y sucio bar. Es lo que se conoce como botellón y que las últimas semanas ha puesto en pie de guerra a instituciones y asociaciones de vecinos. Primero fue Berango (Vizcaya), después Elgoibar (Guipúzcoa), más recientemente Bilbao, y así más de una decena de municipios vascos. Los datos de la Dirección de Drogodependencias del Gobierno vasco y del Plan Nacional contra la Droga son contundentes. Unos 175.000 jóvenes de entre 15 y 24 años salen cada fin de semana a divertirse en Euskadi. De los que tienen entre 14 y 16 años, un 56% regresa a casa después de las dos de la madrugada y un 18,2% más tarde de las cuatro. Y entre los 15 y 19 años, un 30% bebe alcohol de forma abusiva esos días. Muchos empalman el botellón con la discoteca.

Uno de los 11 puntos negros de Vizcaya, de un total de 17 diagnosticados por el Gobierno vasco en Euskadi, es el Casco Viejo de Bilbao, la zona de la capital más castigada por el botellón. Las quejas vecinales, recrudecidas en las últimas semanas, han obligado al Ayuntamiento a adoptar medidas urgentes. La primera, crear una comisión en la que están presentes ocho áreas municipales, "ya que el problema tiene conexiones culturales, de salud, limpieza, etc.", explica Javier Orduna, director del Servicio de Salud y Consumo, y coordinador de la nueva comisión.

La primera renión se celebró el 16 de abril y a la próxima se ha invitado a la asociación de vecinos Bihotzean del Casco Viejo y otros sectores implicados. "Tenemos previsto convocar cuatro reuniones y después presentar una postura técnica, porque la comisión tiene fecha de caducidad", señala Orduna. Por el momento, se han intensificado las labores de limpieza, se ha controlado alguna tienda de golosinas que expendía alcohol sin licencia y aumentado la vigilancia policial. "Estamos diciendo a todo el que nos quiere escuchar que no vamos a arreglar el problema, porque es complejo", dice mientras señala la dificultad de elaborar una ordenanza municipal específica para atajar este problema. "Un policía municipal no puede ordenar a un chaval que se vaya del lugar ni llamarle la atención por beber, salvo que sea menor". Los técnicos han identificado unas 60 zonas donde la aglomeración de jóvenes es mayor.

Por su lado, los vecinos del Casco Viejo, organizados en la asociación Bihotzean, no disimulan su hartazgo y creen que el Ayuntamiento tendría que actuar con más contundencia. Ruidos que traspasan las paredes de los bares, calles hediondas y hordas juveniles que impiden el paso son sólo algunas de sus quejas. Han presentado al Consistorio un plano detallado con los puntos más conflictivos -entre ellos, la Plaza de Unamuno, donde pueden llegar a reunirse 1.500 jóvenes, y la confluencia de Begoñaxpi-Iturribide-, y están dispuestos a manifestarse la próxima semana si el Ayuntamiento no les da una respuesta satisfactoria.

"La situación se ha agravado y el Casco Viejo es ya como una ciudad sin ley las noches de los fines de semana. La violencia es extrema. Ya no te roban la cartera y se van, sino que después te dan una paliza y todo ello sin presencia policial", protesta Javier Rodríguez, presidente de Bihotzean. A juicio de los vecinos, los actos vandálicos van unidos al botellón. "El Ayuntamiento tiene que adoptar más medidas. Hay problemas como el de la suciedad y la inseguridad, por ejemplo, que se pueden arreglar invirtiendo más dinero; y el de los ruidos, con un control más riguroso, lo mismo que las tiendas que abren de siete de la tarde a las dos de la mañana para vender alcohol y no tienen licencia. La actitud del Ayuntamiento está siendo de permisividad y muchos vecinos ya están empezando a perder la paciencia", subraya. Rodríguez dice que vecinos de barrios como el de Deusto se han puesto en contacto con ellos para trabajar conjuntamente.

Plan piloto en Berango

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Berango ocupa un lugar preferente en el mapa de zonas conflictivas. Los fines de semana se concentran jóvenes llegados de la Margen Derecha, de Bilbao y de otros puntos. "No queremos atajar el problema por medios exclusivamente policiales. Por eso nos pusimos en contacto con la Dirección de Drogodependencias y de allí salió el programa de sensibilización sobre el disfrute del ocio", explica el Consistorio. Se trata de la primera experiencia en el País Vasco para combatir el consumo de alcohol en la vía pública y la creación de una comisión de trabajo con técnicos sanitarios, educativos y políticos de la mancomunidad Uribe Kosta.

Tras la colaboración, la Dirección de Drogodependencias presentó un plan que pretende poner los cimientos para frenar el consumo de alcohol. Una comisión de técnicos de una docena de ayuntamientos recogerán sus respectivas experiencias y plantearán intervenciones concretas, explica Belén Bilbao, directora del servicio. "Nuestro trabajo es impulsar y coordinar iniciativas. Es una propuesta abierta que tiene como eje la educación para la salud. La implementación del programa corresponde a los ayuntamientos", asegura. Al mismo tiempo insiste en las medidas de prevención y en la participación de toda la comunidad, incluida la juventud, en las políticas de reducción de riesgos por el consumo de alcohol.

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