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Reportaje:FÚTBOL | Un ex madridista triunfa como 'pichichi'

Del olvido a la gloria

Zárate, que llegó a debutar con Del Bosque y después militó en clubes como el Ciudad de Murcia, es el máximo goleador en Argentina

Es probable que alguien, en algún sitio, comience a comer pedacitos de periódico cuando se entere de que aquél desconocido Rolando Zárate, de 21 años, que había convertido 23 goles en el Madrid B y marcó otros 3 en 10 partidos cuando fue ascendido de urgencia al equipo titular a fines de 1999 para reemplazar a los delanteros lesionados, - y por el que el club no quiso pagar en junio de 2000 una opción de dos millones de euros-, es hoy el goleador del torneo Clausura de la liga argentina. Con 25 años, once partidos jugados, once goles convertidos, el Vélez ha cotizado su traspaso en 6 millones.

Los intermediarios y directivos implicados entonces en la fracasada operación pueden optar por cortarse las venas con una galleta. De verdad que, de ser responsable de aquél "no", es para lamentarse al ver tantos y tan bellos goles de un delantero como el Roli Zárate, 1, 82 de altura, 83 kilos.

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¿Azar? ¿Misterio? ¿Destino? Aún hoy, casi cuatro años después, el propio Zárate no tiene explicación. "No sé, no sé, nunca supe qué pasó. Yo quería quedarme, por supuesto. Estaba seguro de que Del Bosque me iba a pedir porque él me conocía bien del Madrid B y me dio la oportunidad en primera cuando se lesionaron Anelka, Savio, Balic, Morientes y hasta Raúl. Pero...no sé, Vélez pedía tres millones de dólares, pero creo que los directivos no querían ceder el ciento por ciento de la ficha como pretendía el Madrid, algo de eso hubo, lo cierto es que para mí fue todo como un sueño. Un día me desperté y se había terminado para siempre", recuerda ahora.

A los 18 años, Zárate debutó en el primer equipo del Vélez y fue campeón con Marcelo Bielsa, actual entrenador de Argentina. Un año más tarde se fue "llorando" del club porque el entrenador que reemplazó a Bielsa no le tenía en cuenta. Tres de sus cuatro hermanos también son futbolistas. Sergio, el Ratón Zárate, ya retirado, era el más recordado. El segundo, Ariel, siguió su carrera en clubes de segunda europeos y recomendó a Roli a José Otín, que le colocó en el Terrassa. El pasaporte comunitario, los goles, las llamadas de Otín, alertaron a Paco de Gracia, quien le llevó al Madrid.

El deseo de regresar al Madrid ya no es para él ni siquiera una "ilusión". Los años que lleva de futbolista profesional y la sucesión de idas y vueltas, del Vélez al Terrassa, al Madrid, regreso al Vélez, al Ciudad de Murcia, donde hizo casi veinte goles, al Livingston de Escocia y vuelta al Vélez, le han enseñado que sólo sucede lo que pasa, aquí y ahora. En un tono seco y preciso, explica: "Es imposible volver. En este momento piensa en Trezeguet o Henri, ya no arriesgan ni esperan. Después de Saviola, los últimos goleadores argentinos no fueron a equipos grandes de Europa. Tal vez pueda volver, pero a un equipo como el Sevilla, o el Betis. Eso sí me gustaría".

Cuando jugó sus primeros dos partidos en el Madrid y convirtió dos goles, todos se preguntaban quién era ese chaval. Del Bosque hablaba muy bien de él y los periódicos le dedicaron portadas. Pero él, nada. Ni entonces ni ahora. No se cree nada. Zárate adjudica a la "suerte" los goles que convierte. Aprendió desde pequeño en una familia de futbolistas, que la fama rebota como un balón. "A veces pega en el poste y se va, a veces pega y se mete". Según cuenta Chilavert, "pocos saben que el Roli se queda a practicar remates después de los entrenamientos y trata de mejorar en todos los aspectos".

Zárate, a la izquierda, en pugna con Burdisso, del Boca, en un partido de Liga.
Zárate, a la izquierda, en pugna con Burdisso, del Boca, en un partido de Liga.REUTERS

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