_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Sin propósito

Miquel Alberola

Mientras la disputa sobre el extinto Plan Hidrológico Nacional y sus posibles alternativas encauza y encabrita la política, el territorio valenciano se va llenando de síntomas que anticipan una transformación profunda. Es evidente que la Comunidad Valenciana tiene necesidad de agua: sus cuencas tienen una sobreexplotación de recursos que, según los especialistas, podría resultar limitante en una sequía prolongada. Incluso aseguran que lo sería sólo con el desarrollo de la evolución de la demanda en un par de décadas. Sin embargo, tan necesario como el agua lo sería disponer de un propósito estratégico para el territorio en cuestión. El Consell debería considerar si el equilibrio de territorio que administra merece ser puesto en riesgo en aras de un uso ilimitado y superior a su capacidad de regeneración, por más que lo aplaudan los empresarios. Hacer de la exigencia económica su extenuación es una irresponsabilidad tan grave como lo pudiera ser quedarse levitando en la nostalgia de un paisaje remoto, no por más puro menos tercermundista. La Comunidad Valenciana vive un momento decisivo para pensar hacia dónde quiere ir y trazar su camino con el máximo consenso posible. La presión urbanística está colmatando el litoral y saltando hacia los valles del interior, donde reproduce los mismos errores, hasta cegar los atractivos que sedujeron al turista para tomar la decisión de quedarse a vivir en ellos. Si la urbanización total es tan inevitable como insinúa su potente propagación -la legal, la ilegal-, por lo menos debería hacerse con dignidad y preservando los espacios de habitabilidad y vistosidad que aseguren el flujo del turismo. Por lo demás, mientras la industria tradicional se tambalea, el mito agrícola valenciano, que ya entró en coma en los años sesenta, se cae a trozos. Su más singular institución, el Tribunal de las Aguas, ya es un espectáculo sólo para turistas; la naranja, con las deslocalizaciones y las jubilaciones de los últimos labradores -y pese a las nuevas roturaciones para blanquear dinero-, empieza a parecerse demasiado a la célebre industria de la seda, incluso el arrozal sólo sobrevivirá por su vinculación al parque natural de L'Albufera. Para qué el agua pues.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_