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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Identidad británica

La propuesta del Gobierno de Blair de introducir, por vez primera desde la Segunda Guerra Mundial, un documento de identidad está causando un auténtico terremoto en una sociedad ardientemente defensora de la preservación del ámbito individual de libertad y discreción. Hace años, tras otro intenso debate al respecto, los británicos finalmente adoptaron la obligatoriedad de llevar puestos los cinturones de seguridad en los automóviles. Cada vez se hacen más semejantes al resto de Europa. Conviene seguir de cerca lo que está ocurriendo, pues, como llega tarde al DNI, el Reino Unido dará un salto tecnológico para incluir de una vez los datos biométricos y las huellas dactilares digitalizadas de los individuos.

Parecería como si la lucha contra el terrorismo o contra la inmigración ilegal estuvieran detrás de este paso. Pero el propio ministro del Interior, David Blankett, ha admitido que el documento de identidad será de poca utilidad para afrontar estos fenómenos, aunque servirá de un modo general para la prevención del crimen. De momento se introducirá de forma voluntaria y se generalizará en 2013, cuando ya se podría unir al permiso de conducir y al pasaporte, que incluirán esos datos digitales. Incluso así, el proyecto de ley presentado prevé que nunca será obligatorio llevar encima este documento, ni necesario para acceder a la sanidad pública.

Hay muchos países que sobreviven sin este documento. Así ocurre en Estados Unidos, incluso tras el 11-S, un atentado en el que casi todos los terroristas subieron a los aviones bajo su identidad real. Entre los críticos a dar este paso están muchos de los ministros licenciados en Derecho del Gobierno laborista. Su aprobación parlamentaria no está ni mucho menos garantizada. Son muchos los británicos que consideran que la implantación del DNI supone una invasión de su prtivacidad y que es un paso más en el escoramiento de Blair hacia posiciones conservadoras.

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