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Una obra rodeada por la polémica desde los 90

La rehabilitación del antiguo depósito franco de mercancías del muelle de Uribitarte, enfrente del paseo Campo de Volantín ha estado jalonada de obstáculos. Primero fue la fuga, en 1991, del promotor del proyecto de un gran edificio de oficinas, cuando se habían construido parte de los aparcamientos. La quiebra fraudulenta provocó pérdidas cuantiosas en aseguradoras y pequeños inversores cifradas en 66 millones de euros -fue en su momento la mayor crisis inmobiliaria de España-, que imposibilitó la puesta en marcha de proyectos alternativos.

En plena transformación de Bilbao, la existencia junto a la Ría del esqueleto del antiguo depósito franco era un mancha para las autoridades. El problema se resolvió con una recalificación urbanística que permitió la construcción de viviendas. La promotora Vizcaína de Edificaciones asumió el 15% de la deuda y encargó el proyecto a Arata Isozaki.

Su idea original tuvo cambios. Primero, el Consistorio le obligó a reducir el volumen edificatorio en un 16% y luego la Diputación vizcaína, que debía dar el visto bueno al complejo, impuso más espacios libres (5.600 metros cuadrados adicionales) y redujo las altura de las torres de 25 a 21 plantas, y de los edificios adyacentes, de 13 a 8. El complejo de Uribitarte empezó a construirse en diciembre de 2002 y se prevé concluir en 2006. El presupuesto es de 96 millones de euros.

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