_
_
_
_
CRÓNICAS DEL SITIO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Del amarillo al rosa

Apenas dos semanas lejos de esta columna y encuentro las cosas cambiadas. Un nuevo Gobierno y un presidente de sonrisa continua que gana al lehendakari en exhibición de "buen talante". Y una vicepresidenta con el sublime encargo de coordinar ministerios para que nada falle en la boda de Felipe con Leticia.

Vengo de Nueva York. Donde he podido conocer de primera mano lo que nos esperaba tras el 11-M; precisamente, de quienes nos llevan 30 meses de adelanto. Encontré una sociedad pendiente de los colores. Ahora el sistema de alerta indica el amarillo: peligro significativo de ataque terrorista. Y se nota la preocupación. Porque la situación podría empeorar a naranja o a rojo. Aunque las personas con las que he hablado no hacían mucho distingo de colores. Como experta en terrorismo, que por algo soy vasca, intentaba convencerles de que el peligro y la seguridad hay que tomárselas en serio pero no a pecho, porque causa estrés. Me contestaban: "Bueno, pero hay peligro ¿no?".

Seguro que sí; y no menos seguro que contra ello un neoyorquino no puede hacer mucho. Cargar con la linterna, radio y pilas nuevas, por si acaso (e, instintivamente, apartarse el mayor número de centímetros posible del árabe que se sienta a su lado en el metro).

En el regreso a España vuelvo a ser cacheada y escaneada, sin que nadie diga: "no molesten a la princesa". Pero ya en Madrid todo es distinto. Cuando cojo el autobús que me trae a Euskadi, nadie se preocupa de mirar quién deja qué mochilas en el compartimento de equipajes. Y yo, con los demás viajeros, allí sentada encima de tanta maleta sospechosa.

Es asombrosa la capacidad de olvido que tenemos los españoles. Y los vascos doblemente. Claro que no sé si es mejor que, con tanta advertencia, el Gobierno te meta aún más miedo que Bin Laden. En el caso de los norteamericanos, con el miedo se quiere guardar la viña (de la reelección de Bush). Aquí, la sonrisa de nuestro presidente parece querer convencernos de que mientras él esté nada malo nos sucederá. Pero, puestos a coordinar ministerios, ¿no sería preferible coordinar la política de extranjería con la de educación, inteligencia, seguridad y asuntos eclesiásticos? Para que no parezca todo un diseño de asesores de imagen.

Por un lado, creo que la realidad hay que afrontarla y que, para ello, necesito saber qué peligros me amenazan. Pero por otro lado, sé por experiencia que obsesionarse con un peligro no es la mejor manera de librarse de él. ¿Dónde estará el equilibrio entre ser ciudadano consciente y no caer en la obsesión neurótica. Entre tener ilusiones y disfrutar de la vida, sin por ello mirar hacia otro lado, despreocupada de cuanto me rodea. Mientras deshojo esa difícil margarita, sigo confiando en que policías y guardias civiles -cada uno por su lado- no bajen la guardia.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_