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Columna
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Ingenuos

El día a día, la emotividad con que se recibe la selección de noticias -no siempre las más relevantes- que llegan hasta nosotros del conflicto de Irak llevan camino de enmascarar definitivamente las líneas maestras de una interpretación no mixtificadora de las verdaderas claves de la intervención aliada, de las inamovibles posiciones de los detractores de la misma y de los efectos desencadenados por la propia intervención.

Lejos de entender, por ejemplo, que la insurgencia de un grupo chií perjudica directamente los intereses del conjunto de la mayoría chií y los hipotéticos planes del gobierno provisional de normalización de las condiciones en que habrán de celebrarse elecciones libres, y que por ello, la coalición ha de allanar ese específico insurgentismo para que llegadas las fechas correspondientes pueda devolverse la soberanía a los iraquíes, se vocifera con entusiasmo digno de mejor causa que se está vietnamizando el conflicto, y que Irak se perfila ya como una nueva tumba para los EE UU.

Interpretaciones sesgadas, desmemorias y ocultación tras las verdaderas razones de ese radicalismo rescatado de las patéticas certezas que a finales de los 60 y durante la primera mitad de los 70 quisieron ver en el fiasco de Vietnam el fin de los EE UU, y con ellos, la caída inminente del imperialismo capitalista, coexisten con una ingenuidad autista capaz de alegrarse del caos iraquiano con tal de que los EE UU sean derrotados.

Las interpretaciones ancladas en el viejo sonsonete anti-imperialista y las que proceden de la ingenuidad, e incluso las diseñadas con ese revival de prepotencia que encontramos en las nuevas formulaciones del difuso, diverso y contradictorio movimiento antiglobalización (sustitutivo de los sucesivos fracasos de las revoluciones proletaria y/o anticolonial) deberían analizarse por separado, y entenderse cada una en su propia especificidad para que los ingenuos no se sorprendan dentro de nada reos de las falacias de otros, los revolucionarios no gocen de patentes de corso a caballo de un supuesto pacifismo justicialista e igualitario y los posibilistas no seamos víctimas de la pulsión de defender el blanco o el negro, cuando resulta que en ese conflicto, y, en general, en cuantos episodios enfrentaron durante décadas a las dos grandes potencias directa (escalada armamentista, disuasión,...) o indirectamente (guerras civiles y revolucionarias fuera de sus territorios, apoyo a movimientos armados, o terroristas, intervención en operaciones de extorsión económica, hostigamiento diplomático, etc., ) la lógica de lo internacional sólo estuvo ligeramente relacionada con la pretendida certeza que puede dar un ambiguo y polisémico Derecho Internacional.

El terrorismo islámico, además, diseñó con antelación y de manera difusa los castigos a infligir a impíos y cruzados, y apelar a causas inmediatas para que cuadren interpretaciones capciosas sectarias, parciales, ingenuas o prepotentes no sólo supone abandonarse a lo irresponsable sino colaborar inconsciente o conscientemente a activar los focos preparados para castigar al darles el aliento con arrepentimientos curiosamente sobrevenidos a continuación de sus acciones criminales.

La retirada de las tropas españolas de Irak, a mi modesto juicio, responde a una mezcla de miedos, prepotencias, autismos e irresponsabilidad que no otorga beneficio alguno a ningún interés legítimo de ninguna democracia liberal.

Vicent.franch@eresmas.net

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