Puyol disculpa a Figo por la entrada que le causó una seria lesión
Carles Puyol confirmó ayer, tras ser sometido a una exhaustivo reconocimiento médico en la clínica Asepeyo, de Barcelona, que padece un esguince de segundo grado en el ligamento lateral externo de su tobillo derecho. "Sí, Luis; me has tocado, pero no pasa nada", le dijo a su amigo Figo cuando el madridista, acabado el partido, fue al vestuario visitante del Bernabéu a saludar a sus viejos amigos y, especialmente, a disculparse ante él.
Figo, que fue castigado con la segunda tarjeta amarilla y expulsado en el minuto 69 a causa de dicha acción, estaba convencido de que había tocado el balón y así se lo comentó al defensa azulgrana. "Fue sin mala intención. Fuimos a por un balón dividido y yo llegué antes. Mala suerte. ¡Qué le vamos a hacer!", explicó ayer el central catalán. En su tobillo llevaba todavía marcados los tacos de la Air Zoom total 3 de Nike que calza el 10 blanco.
Puyol tuvo que ser atendido en la banda y, con su habitual pundonor, regresó al campo. Poco después llegó Solari y le entró por detrás, acabando de complicar las cosas. "Lo siento, te ibas sólo", le dijo el argentino sobre el césped. "Tranquilo, que yo habría hecho lo mismo", le confesó Puyol. "No pasa nada. Da igual quien fuera. Nos estábamos jugando mucho y estas cosas pasan", insistía ayer el barcelonista, consciente de que el tobillo empezó a fallarle desde la entrada de Figo. Puyol tuvo que ser relevado finalmente por Motta en el minuto 84.
Una muleta madridista
Puyol era consciente desde el primer momento de que estaba lesionado y lo confirmó cuando llegó a casa, ayudado por una muleta prestada por los servicios médicos del Madrid, otro detalle del cambio de relación entre las entidades. "Nos han tratado exquisitamente", reconocía un directivo azulgrana en el aeropuerto de El Prat al regreso de un fín de semana "inolvidable por el resultado y por las atenciones del Madrid".
Gracias a esa muleta prestada, Puyol se abrió paso ya en la madrugada del lunes entre el gentío que esperaba al equipo en el vestíbulo. Los servicios de seguridad del club pensaron que sería más fácil contener a la gente si le veían a él primero, pero ni por ésas.
Le estrujaron como lo que es, ídolo de la afición y también icono de un Barça que resurge: "No todos los días ganas en el Bernabéu. Así que el recibimiento estuvo a altura de la victoria", decía ayer el defensa, ya apoyado en dos muletas y consciente de la importancia de un triunfo que a él le ha costado caro.
No podrá jugar con la selección española el amistoso de mañana, ante Italia, ni el derby del domingo contra el Espanyol y está por ver si puede volver a jugar un solo minuto en las cuatro jornadas que restan. Sin embargo, como siempre, se empeña en decir a los médicos que su cuerpo es galáctico: "No descarto volver antes de que acabe la Liga".
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