"El cine es una manipulación de los sentidos"
Pregunta. ¿Qué es para usted el cine?
Respuesta. Siempre es una manipulación de los sentimientos.
P. ¿Es jugar a Dios o desafiarlo?
R. Fernando Trueba llamaba Dios a Billy Wilder porque creaba.
P. ¿Hace cortometrajes por necesidad o por convicción?
R. Hasta ahora he hecho cortometrajes, pero el cortometraje es un paso más para alcanzar otra cosa. Todo el mundo quiere hacer un cortito para luego hacer un largo. Estamos hablando de cine.
P. ¿Con usted hay que hablar de otras cosas que no son cine?
R. Me gusta el audiovisual en general. El cine sólo es una parte. Hay muchas variantes donde expresarse: desde un spot a un documental, un docudrama, un videoclip... He hecho un poco de todo, menos largometrajes.
P. ¿El tamaño importa en cine?
R. Lo que importa son las historias. La duración es una cuestión circunstancial. Hay historias que se pueden contar en cinco minutos, otras en 15 y otras en dos horas y media. El problema es cuando una historia de 15 minutos se intenta contar en hora y media. O al contrario. El gran secreto de un buen director es aplicar el ritmo exacto a una historia para que dure lo que tenga que durar y no más y no menos.
P. ¿El corto es un camino sin retorno?
R. Nadie regresa después de haber hecho un largo, salvo contadas excepciones. El corto, por sí mismo, no es un género.
P. ¿Cuál es su problema? ¿La exhibición comercial?
R. No hay exhibición comercial. Lo que sí hay ahora es una proliferación de festivales exagerada. Las cosas han cambiado tecnológicamente y hay nuevos formatos, lo que también ha aumentado la producción de cortos. Todo se exhibe en los festivales y algo en la televisión, pero no hay mucho más. Se hace para conseguir un premio, para obtener prestigio... José Luis Cuerda me preguntó para qué quería yo ganar un goya al cortometraje, si eso no era nada. Y llevaba razón. El corto es para determinadas edades.
P. ¿Cuándo da el salto?
R. Espero que me apoyen los productores porque tengo una historia muy buena, pero un poco arriesgada. Está basada en un personaje muy valenciano de cómic y estoy convencido de que la película estaría a una altura de taquilla como las más taquilleras del cine español.
P. Viendo su currículum tiene más premios que películas.
R. Eso es una desgracia para mí porque creo que me ha frenado. Cada vez que hago algo me obliga a conseguir premios, porque parece que si no, he fracasado. Es malo porque tendría que tener fracasos y éxitos. Todos mis cortos tienen premios.
P. Y algunos, importantes.
R. Bueno, para mí es un orgullo. Y tengo otra historia corta que quisiera hacer, pero se necesita un productor que arriesgue, que podría conseguir premios inimaginables en la historia del corto español. Soy pretencioso además.
P. Su trayectoria lo acredita. ¿Es fácil para los jóvenes hacer cine en la Comunidad Valenciana?
R. Lo difícil es la financiación. Se necesitan ayudas públicas inexcusablemente para hacer proyectos con una calidad decente. Valencia debería apoyar mucho más al audiovisual. Galicia y el País Vasco están apoyando mucho más. De hecho, muchos directores vascos como Juanma Bajo Ulloa o Álex de la Iglesia han salido de ese apoyo. ¿Y dónde están los directores valencianos?
EN DOS TRAZOS
Cuando Juan José Díaz Cantero (Caudete, Albacete, 1965) tenía seis años construyó una cámara de cine con una caja de zapatos y una bombilla. Rayó un negativo de fotografía, lo proyectó y experimentó muy intensas sensaciones. El cine lo llevaba dentro y había sentido su necesidad antes incluso de ser seducido por la pantalla. En 1989 obtuvo el primer premio de cortometrajes de Cinema Jove con 'Absit' y con ese impulso se lanzó a rodar trabajos como 'El último juego', 'El culebrón', 'El columbarium' o 'Una familia feliz', cuya calidad ha sido reconocida en varios certámenes de España, Alemania, Austria, la República Checa o Francia.
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