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Los complejos requisitos para montar un secadero de ajos

El matrimonio formado por Ángel Luis Cuenca y María del Carmen González compró hace años una finca de 12.000 metros cuadrados en Morata de Tajuña. Querían rentabilizar al máximo su negocio de sembrado y secado de ajos. Para ello decidieron construir una nave agrícola de 1.000 metros cuadrados destinada al secado natural de los ajos, y una segunda de 200 metros para albergar la maquinaria. Pero este proyecto no resultó tan sencillo como en un principio pensaron si, como era su intención, lo desarrollaban de acuerdo a la legalidad. "El informe de impacto medioambiental limitó todos nuestras ideas previas", asegura la mujer.

"Nos dijeron que fuéramos al Ayuntamiento, de ahí a la Comunidad, que nos entrevistáramos con alguien de Medio Ambiente. Dimos muchísimas vueltas hasta que al final nos hicimos con un folio informativo". Pasaron dos años hasta que este matrimonio cumplimentó todos los requisitos legales, entre ellos, la elaboración de un estudio de impacto ambiental, que elaboró un ingeniero agrónomo.

Paredes ocres y ciruelos

"Tuvimos que poner la valla a la altura adecuada; el tejado, que queríamos que fuese de metal, debía ser bien de teja árabe, o bien de uralita roja, para no alterar la trayectoria de los aviones; las naves, debían estar situadas en el centro de la parcela, de modo que gran parte de ella quedó inutilizada; queríamos plantas arizónicas alrededor de la valla, para evitar que se viese desde fuera, pero finalmente plantamos ciruelos, que se adaptan al hábitat de la zona. El informe determinaba incluso el color de las paredes, que debían ser color ocre", enumera Mari Carmen, que finalmente accedió a las recomendaciones.

"Una vez que nos adaptamos a todos los requisitos, después de dos años, la alcaldesa nos dijo que habíamos tenido mucha suerte, que estos procesos en los que se necesita declaración de impacto son mucho más largos", concluye.

La empresa Vista de Gredos, SL, también tardó dos años en obtener la declaración de impacto ambiental imprescindible, además de otros requisitos, para construir un camping en Villanueva de Perales. "Sabíamos desde el principio que era imprescindible. Y por eso enviamos el estudio de un ingeniero agrónomo: para que nos diesen luz verde", explica uno de los socios. "La recibimos después de dos años desde que iniciamos los trámites. Nos indicaba cómo establecer los sistemas de depuración de los vertidos de agua, o las obras de jardinería, y las plantas que debíamos sembrar, que al final fueron encinas, las que se adecúan más al entorno", añade.

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