Buñuelos de diálogo
El diálogo es consustancial con la democracia. Cuando uno le gana a otro unas elecciones no se dan de tiros, se dan la mano y le enseña la casa que hasta entonces ha sido la suya para que vaya a vivir el nuevo inquilino presidente. Lo que queda por ver es si eso es aplicable en Euskadi, porque todavía no lo hemos visto. El diálogo forma parte de la democracia, como los buñuelos de las verbenas, forman parte de ellas.
Por eso, los ilustrados padres del régimen liberal, que habían contemplado y daban por supuesto la existencia del diálogo en los parlamentos, no lo destacaron como atributo principal del poder, sino que, por el contrario, para que existiera el poder ajeno al monarca absoluto, o lo ejerciera, que es lo mismo, pusieron mucho mayor énfasis en los atributos de autoridad, de coacción, incluso de violencia legítima, que la ciudadanía delega en él. Por eso, sorprende un tanto que el representante máximo del Ejecutivo haya puesto su talante en el diálogo y no en los atributos que son consustanciales al poder. (Espero poder dialogar con el inspector de Hacienda en mi próxima declaración, aunque sepa que si lo que pido es ilegal de poco me va a servir).
Pero, "el conceptu es el conceptu" -decía el gallego narcotraficante de Airbag- y el que se apropie del concepto diálogo descalifica, no sólo al que no dialogue, sino al que no llegue a un acuerdo con él, máxime cuando amplios sectores de la sociedad tienen la lógica embotada por la telebasura y consideran que todo es posible poniendo cara de fraile mendicante y yendo a dialogar, como se han encargado los nacionalistas de hacerles creer. El diálogo es un medio, un talante -así le hacemos la pelotilla a Zapatero-, pero no significa que las partes reunidas alrededor de él tengan que ganar en sus reivindicaciones. Si no hay acuerdo, y para eso existe la democracia, se canaliza pacíficamente el desacuerdo, incluso los conflictos se canalizan. Por eso, en las democracias hay desacuerdos, hasta se podría decir que las democracias los promueven, y en las dictaduras no.
Está aviado Ibarretxe si Zapatero le roba el concepto diálogo, porque desde ese momento el crispante va a ser él. Unido a la marginalidad política en la que se ha colocado su partido en la presente legislatura -CC, BNG, IU y ERC condicionan realmente la política, y el PP desde la oposición-, junto a la pérdida de importancia mediática y política del conflicto vasco, con una ETA muy desmantelada y Batasuna en la ilegalidad, por causa de la irrupción del terrorismo islamista, efectivamente va aviado el plan Ibarretxe. En pocos días, desatado por el atentado del 11-M, hemos pasado a otra dimensión, y lo vasco, más exactamente el nacionalismo vasco, y el PNV, con la victoria del PSOE, es mucho menos importante y condiciona mucho menos la política que antes del 14-M. Le han robado hasta el diálogo, y la fuerza nacionalista que condiciona es ERC, que, además, necesita hacerse notar so pena de quedar engullida por el PSC e inmersa en una política "normal". El vedetismo es para otros, para los catalanes. Es posible que por fin los vascos pasemos a ser una comunidad más.
Ya se han jurado los cargos, ya los ministros salientes entregan su carteras a los entrantes, todo es de una normalidad absoluta, hasta disponemos del británico bipartidismo que para muchos es un modelo que otorga estabilidad. Un bipartidismo picante por la salsa de los nacionalismos periféricos. Quizás un poco bisoño y temperamental, porque si malo fue ir a Irak, la precipitada salida puede tener consecuencias futuras. Es evidente que el bipartidismo español carece de una política exterior común necesaria para una imagen internacional estable, pero el resto ha sido modélico.
Aunque Zapatero en su juramento del cargo se haya trastabillado y saltado el "hacer guardar la Constitución", los nervios son los nervios. A ver si después de todo, ese buñuelo de diálogo, que malévolamente quería connotar con el de viento, va a contener una política y todo.
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