Manzano recoge la medalla de honor citando a tres alcaldes predemocráticos
El ex regidor del PP y el socialista Barranco reciben la máxima condecoración de la capital
Ayer se cumplían 25 años de la constitución de los ayuntamientos democráticos, y la Corporación madrileña quiso celebrarlo concediendo la medalla de honor de la ciudad a los dos ex regidores vivos de la capital: Juan Barranco y José María Álvarez del Manzano. Aunque, de la mano de éste, también los alcaldes predemocráticos se hicieron un hueco en la Casa de la Villa: Álvarez del Manzano dijo no poder olvidar a Miguel Ángel García-Lomas (alcalde entre 1973 y 1976), Juan de Arespacochaga (1976-1978) y José Luis Álvarez (1978-1979). Barranco y el actual regidor, Alberto Ruiz-Gallardón, sólo aludieron al socialista Enrique Tierno Galván y a Agustín Rodríguez Sahagún, del CDS.
El Ayuntamiento en pleno e invitados de distinto signo político asistieron al acto solemne de entrega de las medallas en el patio de Cristales de la Casa de la Villa. Junto a los 30 concejales del PP, los 21 del PSOE y los cuatro de IU, se sentaron frente a la tribuna la presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre, y su predecesor, el socialista Joaquín Leguina; el portavoz del PSOE en la Asamblea de Madrid, Rafael Simancas; o la esposa de Álvarez del Manzano, Eulalia Miró, que estuvo en el centro de la polémica cuando el Tribunal de Cuentas declaró probado que su marido, siendo alcalde, había gastado 103.000 euros de dinero público en viajes privados del matrimonio, regalos y donaciones no justificadas.
Ruiz-Gallardón pasó por alto ese episodio en su discurso de reconocimiento a sus predecesores, y tampoco nadie recordó las palabras de Álvarez del Manzano tras los atentados del 11-M y las elecciones del 14-M, cuando dijo que las personas que cambiaron su voto eran "cómplices del terrorismo". Esa afirmación indignó a la oposición y retrasó la concesión de la medalla al ex regidor, aunque finalmente fue aprobada por unanimidad de PP, PSOE e IU el pasado miércoles. Trinidad Jiménez, portavoz socialista, afirmó ayer que Álvarez del Manzano le había asegurado en privado que esas palabras fueron malinterpretadas.
Tras realizarse el acto formal de la entrega de medallas y las fotografías de rigor, Ruiz-Gallardón fue el primero en subir a la tribuna. Aseguró que siempre había encontrado en sus dos antecesores "apoyo y consejo", y destacó las virtudes de cada uno: del socialista Barranco (1986-1989), su "vocación de servicio a los madrileños", su "coherencia" y su compromiso por alcanzar "un mayor equilibrio territorial". Del popular Álvarez del Manzano (1991-2003), el hecho de que haya entregado 24 años de su vida al Ayuntamiento y logrado tres mayorías absolutas.
Más dinero
Antes de ceder el micrófono a los protagonistas del día, el actual alcalde aprovechó también para pedir dinero al nuevo Ejecutivo central. "Madrid se ha instalado en la modernidad, y en este proceso es ineludible disponer de los recursos necesarios. El Estado debe atender a esta realidad", dijo.
Los discursos de Álvarez del Manzano y Barranco fueron bien distintos. El primero, íntimo y emotivo; el segundo, mucho más político. Álvarez del Manzano, después de recordar a los alcaldes de la democracia y a los tres últimos del franquismo, dio las gracias a sus hijos, a sus padres -"que me enseñaron a querer a esta ciudad"- y, sobre todo, a su esposa, por haberle ayudado a "superar las dificultades". También a "tantos madrileños" que, según dijo, lo paran por la calle para darle la mano. "Ser alcalde te inserta en la sociedad, y ésta te absorbe hasta hacerte suyo. Madrid me acogió [él es sevillano de nacimiento] y yo traté de devolverle su generosidad. Siempre soñé con ser útil", relató Álvarez del Manzano. Y añadió: "Seguro que me equivoqué muchas veces, pero nunca tuve intención de hacer daño".
Barranco prefirió citar a Miguel Hernández y a otros madrileños "de adopción", y quiso subrayar que Madrid "siempre estuvo con las causas más nobles, y muchas veces en el bando perdedor". El socialista terminó recordando que el hecho de que él, "un empleado de banca", llegara a alcalde, y que un tipógrafo, el fundador del PSOE Pablo Iglesias, fuera elegido concejal en 1906, "sólo es posible en democracia".
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