La Violeta pende de un hilo
Tres entidades luchan por seguir en el antiguo casino de Gràcia, construido en 1893 y que ha sido vendido a una inmobiliaria
Las tres asociaciones que comparten bajo régimen de alquiler el antiguo casino La Violeta, uno de los restos del patrimonio histórico y del tejido asociativo del barcelonés barrio de Gràcia, temen verse obligadas a abandonarlo. El miedo proviene de la venta del edificio por el Montepío Mutuo de Industriales y Comerciantes de Gràcia a la inmobiliaria holandesa Vervat & Van der Veen, SL.
Los inquilinos no sólo tienen miedo de que se verán obligados a abandonar el edificio: no quieren que la nueva propietaria lo convierta en viviendas. Para defender la pervivencia del edificio y de su uso público, formaron la plataforma Salvem La Violeta, en la que participan la asociación de vecinos Vila de Gràcia y el Taller de Historia de Gràcia.
"No toleraremos que se convierta en un espacio de uso privado", dice un vecino
Pese a que, como afirma Iñaki Mingolarra, miembro de la plataforma, "la mutua, formalmente, ya ha vendido el local", los arrendatarios afirman que se acogerán a una ley promulgada por la Generalitat el año pasado. Según explican, esta ley obliga a disolver la entidad antes de vender el patrimonio. La plataforma se acoge así a la esperanza de que esa venta no se haya dado en los términos que marca la ley.
Jordi Gasull, miembro de la asociación de vecinos Vila de Gràcia, sostiene que "la liquidación de la mutua debe hacerse tras la adaptación a la nueva ley aprobada por la Generalitat el año pasado" y reclama "que se siga el orden legal correspondiente". Gasull cree que "hay muchos indicios de irregularidades" en la venta del edificio. Por este motivo, explica, la plataforma ha recurrido a la Dirección General de Economía para "que se intervengan todos los procesos legales".
El presidente de la mutua, David Villanueva, sostiene que las informaciones que han publicado algunos diarios sobre La Violeta "no son verdad". Precisa Villanueva que el proceso de venta "no se ha paralizado" en ningún momento y se ha realizado correctamente y sin irregularidades.
El colectivo Salvem La Violeta pretende que el antiguo casino siga cumpliendo una función social. "Sea de propiedad pública o privada, no toleraremos que se convierta en un espacio de uso exclusivamente privado. Por ese motivo debería intervenir el Ayuntamiento o la Generalitat", dice Mingolarra.
El edificio es parte del patrimonio arquitectónico de la ciudad. En los archivos municipales se consigna el "mantenimiento de la volumetría original, la tipología y los elementos comunes de interés". Pero, al mismo tiempo, el edificio está catalogado en el Plan General Metropolitano como "vivienda", lo que posibilita la situación actual.
La Violeta, construida en 1893 por el arquitecto Jaume Gustà, tiene una superficie de unos 700 metros cuadrados, divididos principalmente en grandes espacios: un salón de café, un salón de billares e, incluso, un pequeño teatro en el primer piso.
Actualmente conviven en ella tres asociaciones (la agrupación folclórica Lluís Mollet, un club ciclista y una entidad de promoción del fútbol base) y el bar. Los arrendatarios hace mucho tiempo que están en el edificio: la asociación Lluís Mollet está alojada desde hace 24 años y el club ciclista lleva más de 50, pero sólo dispone de un contrato verbal. El presidente de la agrupación folclórica, Joaquim Navarro, sostiene que su entidad tiene un contrato hasta 2011 y que nadie puede expulsarla hasta entonces. Las asociaciones y los responsables del bar, que acusan a la mutua de oscurantismo, exigieron a ésta un aplazamiento de su disolución. Al no serles concedido, convocaron una manifestación, que se produjo mientras se celebraba la asamblea liquidadora.
Toni Ramón, miembro de la asociación de vecinos, dice que sabe que "la empresa que está comprando el edificio ya lo está vendiendo, y eso es especulación inmobiliaria". "Contra la ciudad del dinero, defendemos la ciudad de las personas", sostiene. Ramón ve en el destino de La Violeta una cuestión de interés público: "Nos jugamos algo más que la desaparición del patrimonio. Aunque se mantuviera el patrimonio arquitectónico, podría desaparecer su uso social".
Joan Àngel Frigola, presidente del Taller de Historia de Gràcia, afirmaba ayer, después de que la mutua aprobara su propia disolución, que los esfuerzos de la plataforma deberían centrarse en "preservar el espacio" y, a ser posible, su uso social.
El Ayuntamiento apuesta por que La Violeta, a pesar de ser de propiedad privada, sea de uso público. El concejal del distrito de Gràcia, Ricard Martínez, es de esta opinión. Sin embargo, el grado de catalogación del inmueble no les da una opción preferencial de compra.
El Centro Excursionista de Gràcia también se ha ofrecido para hacerse cargo del edificio. Su presidente, Francesc Sanahuja, cree que podrían financiar el local, aunque desconoce el precio. Cree también que el Ayuntamiento podría intervenir en el proyecto en el momento preciso negándose a ofrecer un permiso de obras. Sanahuja vería como un fracaso la construcción de viviendas en el solar de La Violeta, "pues las entidades tendrían que dispersarse, lo cual supondría un aumento de costes". "Si no se toman medidas, no tengo ninguna duda de que el tejido asociativo de Gràcia acabará desapareciendo", afirma.
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