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Crónica:FÚTBOL | 33ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Deportivo dimite en la Liga

Partido horroroso en Riazor, donde el Valladolid desaprovecha la oportunidad de asegurarse la permanencia

Xosé Hermida

Fue la tarde de la desgana, que contagió a todo el mundo en Riazor. A los escasos jugadores titulares del Deportivo, que se dedicaron a economizar fuerzas; a los habituales reservas que plagaban la alineación blanquiazul -incluido el segundo portero, Munúa-, displicentes pese a la ocasión de reivindicarse, y hasta al público, que consumió la tarde entre murmullos y conversaciones sobre la gran cita de Oporto, el próximo miércoles, primera estación de tránsito rumbo a la final de la Liga de Campeones. El Depor sólo estuvo de cuerpo presente, todo lo contrario del Valladolid, que se jugaba la vida y se encontró ante una oportunidad inmejorable para llevarse de Riazor un triunfo que casi le habría asegurado la permanencia. No lo consiguió porque en el descanso entró uno de los pocos que parecía tener ganas de jugar. Djalminha, sediento de fútbol, provocó un penalti que convirtió él mismo y que dejó sin su victoria a un Valladolid tan correcto como escaso de energía para aprovechar la dimisión de su rival.

DEPORTIVO 1 - VALLADOLID 1

Deportivo: Munúa; Héctor, César, Andrade, Capdevila; Sergio, Duscher; Víctor, Fran (Munitis m. 63), Luque (Djalminha m. 46); y Tristán (Pandiani m. 46).

Valladolid: Bizarri; Torres Gómez, Pablo Paz, Caminero, Julio César, Marcos; Fernando Sales, Richetti, Óscar (Figueredo m. 77), Chema (Óscar Sánchez m. 64); y Losada (Javi Jiménez m. 90).

Goles: 0-1.M. 44. Pase diagonal de Chema a Óscar, quien recibe junto al vértice izquierdo del área, regatea a César y salva la salida de Munúa con un remate ajustado al palo.

1-1. M. 55. Djalminha transforma un penalti cometido sobre él mismo por Caminero.

Árbitro: Pino Zamorano. Amonestó a Víctor, Capdevila, Chema, Duscher, Óscar Sánchez, Munitis y al entrenador del Valladolid, Fernando Vázquez.

Unos 25.000 espectadores en Riazor.

Tristán recibió un mensaje demoledor de Irureta, que le cambió aun a riesgo de exponer a Pandiani
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Al Depor no le importaba nada el presente, como se encargaron de subrayar las pantallas gigantes del estadio, que abrieron la tarde rememorando los cuatro goles al Milan, jaleados por un público que no es capaz de borrar de la memoria aquella gloriosa noche. Atrapado entre ese recuerdo y la promesa del inmediato futuro, el Depor se dedicó a retozar con indiferencia, lo que ni siquiera molestó mucho a la gente, tan fuera del partido como la mayoría de los futbolistas. Lo único decente que aportaron los blanquiazules vino de la sapiencia de Fran, sustituto de Valerón en la media punta y que se había encontrado en el estadio con una campaña popular para que la ciudad le dedique una calle. El capitán -Frantástico, como lo apelaba una pancarta en uno de los fondos- correspondió el gesto con varios rasgos de su extraordinaria clase. Pinceladas demasiado exquisitas para una tarde de horrores futbolísticos, en la que nadie fue capaz de secundar en lo más mínimo las lecciones impartidas por Fran. La descolorida imagen del Depor volvió a resumirse en otra penosa actuación de Tristán, a quien ya nada parece capaz de resucitar, ni siquiera su excelente gol de vaselina en Villarreal, la semana anterior. Tristán recibió un mensaje demoledor de Irureta, quien le cambió en el descanso aún a riesgo de exponer a Pandiani, titular sin ninguna duda para el choque de Oporto. Muy triste para un delantero que derrochaba calidad y que ha entrado en una deriva imparable hacia la nada.

Ante un rival tan mortecino, el choque anduvo bajo el gobierno de Valladolid, que necesitaba el triunfo por encima de todo. La alineación de Fernando Vázquez parecía anunciar un catenaccio, con cinco defensas y cuatro centrocampistas. Una apreciación engañosa, porque Vázquez tiró su defensa hacia el círculo central, juntó las líneas y se apropió del balón. El Valladolid fue muy académico en su fútbol, siempre bien elaborado, y apuntó detalles interesantes en las apariciones de Óscar y Sales. Le faltó más resolución, como si no acabara de creerse la clamorosa pasividad de su rival. Aun así, el Valladolid jugó mejor y acabó adelantándose antes del descanso en una acción que lustró de nuevo el nombre de Óscar. El mediapunta recibió un pase de Chema junto al vértice izquierdo del área, regateó a César y marcó con un remate que buscaba el palo.

Irureta tomó medidas drásticas en el descanso e introdujo de una tacada a Pandiani y Djalminha. Sin hacer nada del otro jueves, ambos ayudaron a elevar el interés del equipo. El brasileño adecentó el panorama para los locales cuando una arrancada suya metiéndose en el área delató los estragos de la edad de Caminero, quien no pudo más que derribarle. El penalti lo transformó el propio Djalminha, falto de este tipo de alegrías últimamente, pero siempre arropado por un público que lo sigue adorando a pesar de todo. Ahí se acabaron las satisfacciones para el Depor, que regresó a la rutina mientras el Valladolid dilapidaba las ocasiones de llevarse el triunfo. Chema, Pablo Paz y Óscar fallaron ante Munúa. El árbitro puso el resto contra el Valladolid, al ignorar un penalti a Óscar que sirvió para prolongar el interminable duelo de Fernando Vázquez con casi todos los colegiados de esta Liga tan alejada ya de los afanes del Depor.

Fernando Sales y Duscher luchan por el control del balón ante la mirada de Pérez Caminero.
Fernando Sales y Duscher luchan por el control del balón ante la mirada de Pérez Caminero.REUTERS
Diego Tristán agarra a Julio César de la camiseta en la disputa del balón.
Diego Tristán agarra a Julio César de la camiseta en la disputa del balón.EFE

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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