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FONDO DE OJO
Columna
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El indulto

Circulan escritos urgiendo al personal a que solicite y apoye el indulto para el político Luis Fernando Cartagena, recientemente condenado por la Sala Segunda del Tribunal Supremo a pena de cárcel. Muvale, entidad en la que en la actualidad presta sus servicios el señor Cartagena con el cargo de Secretario General, parece que se ha unido a tan loable iniciativa como es solicitar el perdón de los condenados y arrepentidos, y ha entregado a algunos de sus trabajadores modelo para solicitar el mentado indulto en aras de diversas consideraciones.

Nada que objetar, sino aplaudir, que se facilite la consecución del bien social, indicando a los solicitantes de la gracia la correcta forma en que esta se demanda y lo necesario de argumentar las razones que la aconsejan. Los motivos que se arguyan parece que deben compadecerse con el arrepentimiento ya citado, amén de incidir en lo ocasional de la travesura que dio lugar al castigo y otras venialidades, que sin duda servirán para contemplar la acción dentro del contexto en que se movía el acusado y los impulsos o necesidades que le impelieron a actuar como lo hizo.

Pero sin duda el castigo impuesto no puede evaporarse por razones en absoluto ajenas a lo anteriormente expuesto. Que el condenado posea una valía empresarial ampliamente contrastada, como reza el escrito de manifiesto y súplica que se pasa a los trabajadores de Muvale -ya redactado y presto para la firma de los subordinados del convicto- en nada afecta a los hechos delictivos por los que se le juzgó y condenó, ni mucho menos parece predisponer a un perdón gracioso. Lo mismo sucede con el argumento particular que señala como virtud de don Luis Fernando el que su persona haya aportado importantes beneficios para la Mutua Valenciana de Levante, que mucho satisfarán a su Presidente don Vicente Morata y otros altos mandatarios de la Entidad, pero que debe dejar fríos a los funcionarios del Ministerio de Justicia que deben ampararlo. Aunque el dislate mayor se produce en el último argumento, aquél que solicita el perdón en función de los beneficios que el condenado ha aportado a la sociedad en general. Si nos referimos a alguna sociedad en particular no nos cabe asomo de duda de que así sea, pero a la sociedad en general -en la que se incluyen los afectados por la malversación y falsificación que practicó- más parece que él le deba sus favores que pueda ser llamado acreedor de la misma.

Indulto bien, pero: por favor.

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