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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Hacer las Américas

Creo que hay que tener cuidado con la propuesta de Pensar América -un proyecto expositivo de Casa de América cuyo objetivo general se resume justamente en su título- no vaya a ser que al final resulte lastrada por algunas de las taras que pesaban en el antiguo y prestigioso deseo de "hacer las Américas". Y lo digo a la vista de lo que han hecho Marina Núñez y Ferdinando Scianna en el cumplimiento de esta nueva entrega de Pensar América. Ante los trabajos de ambos se tiene la impresión de que sus autores en vez de entregarse a una reflexión genuina se han dejado llevar por una actitud aventurera que en el fondo no dista mucho de la de quienes se marchaban a una América que concebían de antemano como un territorio legendario repleto de quimeras y fabulosos tesoros. Pensar América ha resultado para ellos un equivalente de "hacer las Américas", abarcándola, roturándola, penetrándola en abierto desafío al más mortal de sus peligros: la propia ignorancia de la misma.

FERDINANDO SCIANNA/ MARINA NÚÑEZ/ JULIO CORDERO

'Pensar América'

Casa de América

Paseo de Recoletos, 2. Madrid

Hasta el 20 de mayo

Cierto, Marina Núñez no lo ignoraba todo de América Latina antes de emprender el trabajo del cual ahora podemos ver los resultados. Sólo que su conocimiento previo era puramente imaginario, logrado por la lectura de los clásicos de la literatura latinoamericana, que ella leyó con una pasión temprana que permanece todavía intacta en esta declaración suya, tan radical: "La lectura de Cortázar me cambió la vida". Y es justamente Julio Cortázar quien inspira dos de las tres obras que expone aquí, cuyo leitmotiv es esa ciudad invertida que imaginó en alguno de sus cuentos el gran escritor argentino, donde lo que ocurre es igual a lo que ocurre arriba, en la superficie, aunque por invertido completamente distinto. La primera de estas obras está en el jardín de Casa de América y consiste en 12 piezas de tamaño igual al de las lajas del sendero donde están intercaladas, en las que pueden verse, a través de las rejillas de la tapa de un desagüe callejero, imágenes fotográficas de esa gente que viviendo debajo de nuestros pies nos duplica perversamente. La misma idea sostiene La ciudad, la segunda de sus obras, compuesta por una habitación negra iluminada sólo por un monitor empotrado en el suelo, recubierto por una rejilla igual a la expuesta en el sendero del jardín, y en el que logra entreverse la imagen invertida de una bailarina anónima. Estas piezas son eficaces ciertamente, ¿pero qué tienen de singularmente americanas?

También Ferdinando Scianna

tiene, según confesión propia, una relación básicamente literaria con América Latina, y, más precisamente, con Buenos Aires, que para él es la "ciudad de Borges, de Bioy Casares, de Cortázar, Silvina Ocampo, Gardel, Piazzola (...), de Maradona incluso". Y por eso quizá las 19 fotos que expone, centradas en la rebelión de 2001 de los porteños contra el corralito no logran hincarle el diente a la trágica dimensión de esos acontecimientos. Tendría que haberlos interrogado, desplazado, deconstruido si se quiere, y no lo hizo. Lo que ha logrado es más un fotorreportaje que un ejercicio de intervención virtuosa en una coyuntura en la que salió a la luz la Argentina profunda.

El tercer participante en esta nueva entrega de Pensar América no es exactamente un artista, es un fotógrafo, se llama Julio Cordero, era boliviano y actuó en La Paz en la primera mitad del siglo pasado. Aun así está bien que se hayan incluido el centenar largo de fotos entresacadas de su archivo que registran múltiples aspectos de la sociedad de su época. Lo cuestionable es que a esas fotos se les hayan puesto unos pies de foto extemporáneos en los que se transparenta más el imaginario anticolonialista del comisario de la exposición que las intenciones originales del autor de las mismas.

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