Harto de suciedad
Hace 14 años que aprendí a sacar a mi perro a la calle sin molestar a nadie. Usaba cepillo y recogedor para retirar sus cacas en la plaza de Olavide, en pleno centro de Madrid. Después comencé a utilizar bolsas. Las llevo en mi cazadora, en la guantera de mi coche y atadas a la correa de mi mascota, por si acaso.
Es decir, hinco la rodilla en el suelo cada vez que mi can planta un pino.
También lo hacen todos los propietarios de perros que conozco. Y si alguno no cumple, los demás le convencemos.
Pero estoy harto de ver cómo otro bicho, racional y mayor de edad, vierte el contenido del cenicero de su coche en la calle, delante de mis narices. Estoy harto de esquivar en la acera gargajos.
Y muchos papis geniales enseñan a sus nenes a no tirar el chicle en casa, sino en la calle. Por cierto, yo llevo calzado, mi perro no. Tampoco es la primera vez que veo a una panda de señores orinando en un portal oscuro después de salir del bar.
Yo cuido de mi perro y me hago responsable de la multa. Pero ¿quién controla a esos convecinos tan guarros? ¿Quién es más delincuente?
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