El filón del quirófano
La cadena estadounidense MTV ofrece cirugía estética a quienes desean parecerse a algún famoso
Por primera vez en la historia de la televisión estadounidense, los conocimientos científicos se han convertido en un filón de audiencia, aunque los avances médicos no se muestran en documentales o en programas divulgativos, sino incorporados a reality-shows. Los protagonistas comparten en su mayoría un pésimo nivel de autoestima, un inexistente sentido del ridículo y, a juzgar por sus reflexiones, un dudoso cociente intelectual. El último éxito le ha correspondido a la MTV con Quiero una cara famosa, que promete un rostro como el de Brad Pitt tras unas operaciones ante las cámaras.
El programa no es el único en su género, que ha demostrado ser una mina de oro para las cadenas sin escrúpulos. Las asociaciones que agrupan a profesionales de la cirugía plástica habían puesto el grito en el cielo cuando una serie de la FX retrató a los dueños de un centro de estética dispuestos a emplear el bisturí sin miramientos éticos. Nip / Tuck (Recortar y remeter) ofrece una imagen muy negativa del gremio, pero ha convertido en estrellas a quienes se lucran con la profesión.
El escándalo sobre los efectos de los implantes de silicona había condenado a la cirugía estética a reducir su volumen de negocio. Sin embargo, el éxito el año pasado de Extreme makeover (Maquillaje extremo) provocó un incremento de los beneficios directamente proporcional a la pérdida de pudor de quienes se dedican a "recortar y remeter". Según los datos del sector, en 2003 se registró un aumento del 32% en el número de operaciones de cirugía estética en EE UU. En Extreme makeover, unos se retocaban la nariz, otros se arreglaban los dientes y los más atrevidos se sometían a la renovación facial y corporal completa.
Ahora la MTV ha ido un paso más allá con su programa, que arrancó hace dos semanas con una pareja de adolescentes dispuestos a someterse a un calvario con tal de parecerse a Brad Pitt. No se esforzaban por esconder su cortedad mental y ninguno de sus amigos se animó a recordarles sus limitaciones intelectuales. Limada la nariz, aplicados implantes en las mandíbulas, enfundados los dientes en blanca porcelana y peinados como permitía el nivel de grasa de su pelo en el cenit de la pubertad, los dos se enfrentaron al momento culminante: quitarse las vendas ante el espejo. Al menos uno de ellos fue realista: "Hombre, no es 'exactamente' como Brad Pitt, pero...". La semana siguiente, una mujer que se dedica a imitar a Britney Spears se sometió al aumento de pecho que, según su teoría, se convertiría en su salvoconducto para el triunfo. Y más recientemente, otra joven decide equilibrar la altura de sus pechos y recortarse "un filete de 10 kilos" -según palabras del médico- en la tripa para culminar su conversión en Kate Winslet.
Según Dave Sirulnick, vicepresidente de la MTV y productor ejecutivo del espacio, su programa "no es un reality, es un documental sobre unos sujetos que han decidido hacer algo drástico en sus vidas". Quiero una cara famosa es, con casi tres millones de espectadores, uno de los éxitos de su cadena.
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