La dictadura de las aerolíneas
El nuevo gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero parece dispuesto a hacer frente a algunas de esas cuestiones a las que, hasta ahora, gobernase quien gobernase, nadie quería meterlas mano. Me refiero al mercado de la vivienda, a la reforma del Senado y a RTVE. Ya metidos en buena voluntad creo que hay otra cuestión intocable a la que muchos españoles agradeceríamos que el Gobierno interviniese en la misma.
Se trata de una nueva regulación de todo lo referente a los derechos y deberes de las compañías aéreas, porque, sinceramente, creo que en nuestra vida cotidiana es imposible encontrar otro aspecto de la misma regulado por el derecho, en el que podamos sentirnos más miserables y menos personas.
Ya va siendo hora que a los usuarios se nos trate como a personas con derechos y no como a idiotas
Para empezar, a la hora de comprar un billete uno puede encontrarse hasta con diecisiete tarifas diferentes, según el día o el lugar en que adquiera su pasaje. ¿Será una nueva forma de competencia interna ? En caso de duda, Internet es la solución.
La gran aventura comienza el día del vuelo. Hay que estar siempre a tiempo para facturar y embarcar, pero eso sólo es obligatorio para los usuarios porque los overbooking por mala planificación en la venta de billetes, el no sabe-no contesta-no da explicaciones, "los problemas técnicos", "problemas de embarque de la tripulación", etc. pueden retrasar la salida o impedir el embarque a tiempo de cada pasajero que sólo tiene derecho a cabrearse y a hacerlo como con lo de las hemorroides: en silencio.
Algunas compañías han tenido el punto de lucidez de abonar el precio del billete a los usuarios si el avión no llega a la hora, pero que nadie se haga ilusiones porque en España sólo lo hace una compañía.
Sí uno consigue que su vuelo salga a la hora puede tener dos posibles problemas. El primero, si el personal de cabina ha hecho o no un cursillo de simpatía y amabilidad. El segundo, si no ha desayunado, almorzado o cenado antes de embarcar, porque sí el vuelo es doméstico (en territorio nacional), uno puede encontrarse que no le den ni un vaso de agua. Es decir que si uno vuela de Bilbao a Tenerife (tres horas de viaje) no le dan ni los buenos días, pero si vuela desde Bilbao hasta cualquier ciudad europea, pueden darle comida, caramelos y hasta recuerdos para la suegra aunque no la tenga.
Es la última genialidad de nuestras líneas aéreas (entre las que hay una honrosa y provisional excepción) para ahorrar y, de paso, asaltar a algún incauto con precios de primera y catering de tercera.
Según la publicidad de nuestra aerolínea decana "ahora sólo pagas el viaje". La gran duda es qué se pagaba hasta ahora de más, porque uno sigue pagando lo mismo y encima tiene que llevarse el bocadillo.
Un vez llegados a nuestro destino, los problemas continúan a la hora de localizar nuestro equipaje. En otro alarde de genialidad financiera algunas compañías nos garantizan, previo pago de un plus, la llegada en condiciones de nuestras maletas. Eso suena a chantaje en forma de seguro porque parece que los usuarios lo que hacen es apostar, con altas posibilidades de acertar, para que lleguen sus equipajes. En caso de pérdida de maletas, lo más práctico puede ser cruzar los dedos, rezar encomendándonos a todos los santos y esperar a que aparezca la maleta perdida, porque puede haber suerte. El mejor consejo, en caso de extravío definitivo, es no poner por escrito una queja: no sirve de nada.
Poniéndonos un poco optimistas existe la posibilidad de que a uno le indemnicen algo, pero la cantidad recibida puede servir, como mucho, para comprar una maleta nueva.
A todo lo contado hasta ahora, sumemos la obligación que tienen algunos españoles de utilizar el transporte aéreo como única opción para salir de sus lugares de residencia. En el caso de Canarias hay una bonificación del 30%, pero es de risa teniendo en cuenta el precio medio de los billetes en viajes a la Península y la limitación de itinerarios aéreos con precios elevados para viajar entre islas.
Por favor, que el nuevo responsable de Fomento haga algo: ya va siendo hora que a los usuarios se nos trate como a personas con derechos y no como a idiotas al servicio de las compañías aéreas. En Estados Unidos y en la Unión Europea hace tiempo que se acabó la dictadura de las líneas aéreas.
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