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Reportaje:

Melancolía de Dolores

La procesión laica de L'Hospitalet se ha convertido en la más multitudinaria de Cataluña

Mar Padilla

"¿Quién es ese señor?", pregunta un niño alzado en hombros, mientras señala la figura del Jesús arrastrando la cruz. "Pues eso, el Señor", le responde la madre sin apartar la vista del paso. Es Viernes Santo en L'Hospitalet de Llobregat, y como todos los años, la Asociación Andaluza Cofradía 15 + 1 organiza una procesión laica, que no empieza ni acaba en ninguna iglesia. Nació en 1977 en un bar, un domingo de Pascua, donde 15 hombres melancólicos por el recuerdo de las procesiones del sur, alzaron una mesa a modo de trono, le colocaron encima una silla y un cuadro de la Virgen, y salieron a pasearla.

Transcurridos 27 años, las procesiones de la cofradía 15 + 1 - el número de fundadores más uno, el pueblo- congregan a decenas de miles de personas y se ha convertido en la más multitudinaria. A la figura del nazareno le sigue la Virgen de los Dolores, mecida por 50 costaleros que soportan 40 kilos cada uno. A su paso, muchos lloran, y cuando la banda Popular Sansense entona la saeta, las lágrimas se hacen más abundantes. Ha habido suerte y a pesar de las previsiones de lluvia, el sol acompaña todo el recorrido, que es de casi seis kilómetros y dura ocho horas. Con paradas casi cada cinco minutos, los costaleros sudan y obedecen las instrucciones del paso.

En una de las paradas, seis nazarenos se escapan al bar granja Sixto, en la calle de la Renclusa, y apuran rápidamente unos quintos para volver a la procesión. Francisco Calzado, de 56 años, lleva 25 en la cofradía. Antes pertenecía a la banda, pero ahora es uno de los organizadores de los pasos "porque ya estoy mayor para soplar los instrumentos", explica socarrón. "Es mucho trabajo, pero vale la pena, mira cuánta gente", dice este andaluz de Lucena de Córdoba.

La figura de la Dolores lleva incrustada, entre centenares de lírios y margaritas blancas, una pequeña imagen de la Virgen de Montserrat, pero a lo largo del recorrido no se oye ni una voz en catalán. Al espectáculo se asoman últimamente los nuevos inmigrantes chinos, indios, marroquíes y ecuatorianos. Y dominicanos, como Gaira Montero, de 27 años, que lleva tres viviendo en el barrio de Sants. Gaira se estrena este año como nazarena de la Virgen. "No pensaba que esto pudiera ser tan emocionante. Entre la música, tanta y tanta gente y las imágenes, no sé, se me pone la piel de gallina", dice. Su piel negra brilla bajo el blanco inmaculado.

"Por el calvario, llorosa vas perdiendo el color, y tu cara es hermosa", le canta a la Virgen una mujer. El calor aprieta, pero miles de personas permanecen inmóviles mientras la escuchan estremecidos. "Cada vez es más emocionante, no sé por qué", dice Alberto Martínez, costalero de 48 años. Diez mujeres descalzas, penitentes, siguen a la Virgen. Francisco Toribio, de 58 años, nacido en Hornos de Segura (Jaén), suda y da instrucciones a los 20 romanos que preceden a Jesús Nazareno. "Ya falta menos", les anima. Son las tres de la tarde. La comitiva avanza lentamente. "¡Pero qué guapa, qué guapa!", gritan unas adolescentes con dos dedos de maquillaje. La Virgen pasa por su lado. En su rostro, un lagrimón enorme y un dolor infinito.

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Sobre la firma

Mar Padilla
Periodista. Del barrio montañoso del Guinardó, de Barcelona. Estudios de Historia y Antropología. Muchos años trabajando en Médicos Sin Fronteras. Antes tuvo dos bandas de punk-rock y también fue dj. Autora del libro de no ficción 'Asalto al Banco Central’ (Libros del KO, 2023).

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