La tierra yace sobre un libro
En una carta de 1950, Gabriela Mistral dice a Romero que sus poemas le hacen sentir "la tierra como acostada sobre un libro" y lo adscribe, con gesto amable, a la tradición virgiliana: "casamiento de la forma cultísima con el fondo rural". Más geórgica que bucólica, debería agregarse: es el campo del trabajo amargo, no del venero munífico. Elvio Romero (Yegros, 1926) vive exiliado en Buenos Aires desde 1947. A poco de llegar a Argentina conoció a Rafael Alberti; no es raro que se cayeran bien: ambos exiliados, ambos de izquierda. Alberti le dedicó un poema, incluido en el apéndice del presente libro, que concluye así: "Y mientras que penando / sin luz va el enemigo / la Libertad contigo / regresará cantando".
CONTRA LA VIDA QUIETA (ANTOLOGÍA)
Elvio Romero
Edición de Olga Martínez, José V. Peiró y Francisco Robles
Candaya. Barcelona, 2004
273 páginas. 15 euros
Romero es uno de los poetas vivos más conocidos de Paraguay. La porteña editorial Losada ha publicado sus numerosos libros, que se ubican en la estela de la poesía militante, ese largo himno a la revolución social que se desarrolla entre los años cincuenta y sesenta del pasado siglo. Es el haz al que aportan sus modulaciones las obras de Nicolás Guillén, Ernesto Cardenal, Roberto Fernández Retamar, Roque Dalton, Mario Benedetti. En Romero convergen el impulso de afirmar la pertenencia a la tierra nativa, característica del desterrado, y la orgullosa reivindicación de las raíces guaraníes de Paraguay; inquietudes que lo acercan, además, a su más célebre compañero de generación, Augusto Roa Bastos.
Heredera de la vertiente romántica y cancioneril del 27 español -Romero escribió una semblanza de Miguel Hernández-, su voz suena a veces próxima a la del Neruda comprometido: "Piedra en la piedra, el hombre, dónde estuvo?", escribe éste en 'Alturas del Macchu Picchu'; y Romero: "¿De dónde vino el indio? ¿De dónde su pesado / carbón mordido y negro?", en su primer libro, Días roturados (1948), contemporáneo de Canto general. A lo largo de los años relajó su inicial sujeción a la fuerte cadencia métrica, pero siempre regresa a la estrofa asonantada y a la visibilidad del substrato moral del poema. Los oficios de la gente humilde (entre ellos, titiriteros y talladores de santos), la memoria de caciques guaraníes, las leyendas del Chaco paraguayo son asuntos frecuentes en sus páginas. La templada tristeza del folclore pampeano resuena en sus versos como un grave compás.
Bajo la voz admonitoria de Elvio Romero se da a conocer, así, un proyecto independiente, editorial Candaya, dedicado a poetas, narradores y ensayistas latinoamericanos. Los libros de versos se acompañarán de un disco, en el que el autor lee su obra; en La vida quieta ese registro incluye la voz de Alberti recitando el mencionado homenaje al poeta paraguayo.
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