Enlaces de letras y ciberespacio
En 1945 el científico Vannebar Bush publicó un ensayo sobre Cómo podríamos pensar (traducido en Revista de Occidente, marzo 2001). Su idea era un sistema que diera acceso al conocimiento reproduciendo las asociaciones que hacemos cuando saltamos de una información a otra. En 1965 Ted Nelson dio nombre al hipertexto, un sistema informático que permitiría publicar y recuperar núcleos textuales en conexión. Desde entonces surgieron programas que permitían crear ficciones o piezas didácticas hipertextuales aisladas. Y desde hace poco más de una década la World Wide Web posibilita la creación de un colosal hipertexto en colaboración, ligando piezas textuales.
La historia que cuenta Susana Pajares Tosca (profesora en la IT University de Copenhague) en la primera parte de su obra es el relato crítico de la acogida, elogio desmedido, posterior desilusión y apertura de nuevos caminos en la apreciación del hipertexto. La primera reacción académica, norteamericana, saluda al nuevo medio como una posibilidad de romper con un sistema autorial periclitado, y aumentar la libertad del lector. La posibilidad de complementar los textos con imágenes y audios se ve también como la apertura necesaria del sistema textual.
LITERATURA DIGITAL
Susana Pajares Tosca
Universidad de Extremadura. Cáceres, 2004
172 páginas. 20 euros
¿Qué puede hacer una red de textos que no pueda hacer un libro, tanto en la creación pura como en el aspecto didáctico? Responder a esta pregunta exige por una parte repasar las funcionalidades de los medios tradicionales (y ahí están las obras discontinuas, como las enciclopedias o Rayuela), y por otro lado examinar las obras que ha producido el nuevo paradigma. Susana Pajares aporta una cuidada tipología de estas últimas, atendiendo a factores como su grado de apertura, de linealidad, origen de los fragmentos, etcétera, y también analizando cuidadosamente una serie de ejemplos significativos. Pero el alma del hipertexto es el enlace, y ahí es donde la obra de la profesora Pajares Tosca realiza su aportación más señalada, en el capítulo La cualidad lírica de los enlaces. Este aspecto evocador del enlace tiene una función clave, en la medida en que sugiere caminos para el lector, que luego serán desviaciones o complementos, pero que en conjunto irán construyendo la obra hipertextual.
Los últimos meses han
visto una eclosión de obras centradas en el hipertexto, como María José Vega (editora), Literatura hipertextual y teoría literaria, Mare Nostrum; Covadonga López Alonso y Arlette Séré, Nuevos géneros discursivos: los textos electrónicos, Biblioteca Nueva; Javier Díaz Noci y Ramon Salaverría (editores), Manual de redacción ciberperiodística, Ariel. Esta producción significa que el hipertexto ha entrado en el sistema académico y que está generando pensamiento propio, de revisión bibliográfica y también de análisis de una práctica ya cotidiana (como la del periodismo digital). Sólo cabe esperar ahora que semejante reflexión desemboque en más prácticas hipertextuales, más ricas y libres.
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