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China detiene a un obispo de la Iglesia católica clandestina

El Vaticano considera "inadmisible" el arresto del prelado

Por segunda vez en un mes, China ha detenido a un obispo de la Iglesia católica romana, ilegal en este país. Jia Zhiguo, de 69 años, cabeza eclesiástica en la clandestinidad de la ciudad de Zhengding (provincia norteña de Hebei), fue detenido el lunes por cuatro policías, que se lo llevaron de su domicilio. El Vaticano, a través de su portavoz, criticó este arresto y lo calificó de "inadmisible".

Los policías se llevaron al obispo en un coche sin dar ninguna explicación, según ha informado la fundación estadounidense Cardenal Kung. "Cumplimos órdenes de nuestros superiores", fue lo único que dijeron los agentes.

Jia, de 69 años, que fue ordenado obispo en 1980, se ha negado repetidas veces a unirse a la Asociación Católica Patriótica de China, que está controlada por el Partido Comunista. Pekín sólo permite el culto en los templos autorizados por el Gobierno y rechaza la autoridad del Papa y su capacidad para nombrar a los obispos.

La detención de Jia se suma a la de Wei Jingyi, su homólogo en la ciudad de Qiqihar (Heilongjiang), que fue arrestado el pasado 5 marzo y liberado a los nueve días tras las protestas del Vaticano y de algunas asociaciones religiosas de Estados Unidos.

Joseph Kung, presidente de la fundación, mostró su perplejidad por los dos incidentes, ya que, según dice, contradicen las declaraciones oficiales. China incluyó el mes pasado en su Constitución una cláusula que señala que "el Estado respeta y protege los derechos humanos". "Estos arrestos ejemplifican claramente que el Gobierno chino a menudo declara cosas en la teoría, pero no las respalda en la práctica. Estas detenciones convierten la Constitución china en una burla", dijo en un comunicado.

El obispo Jia ha pasado alrededor de 20 años en prisión. La última vez fue encarcelado en 2002. Según algunos investigadores, la policía suele llevar a cabo campañas contra los líderes religiosos en fechas significativas, como Navidad o Semana Santa, para alejarlos de los fieles.

Pekín ordenó a los católicos romper con el Vaticano en 1951, dos años después de la creación de la República Popular por Mao Zedong. Desde entonces, los seguidores de Roma operan en la clandestinidad y son acosados y detenidos con frecuencia. Las autoridades han negado que limiten la libertad de culto, y han tildado a los sacerdotes presos de criminales que amenazan la seguridad nacional.

El Partido Comunista ejerce un control férreo sobre cualquier movimiento espiritual que pueda suponer un menoscabo de su autoridad. Según Solidaridad Cristiana Mundial, una organización británica dedicada a la defensa de los perseguidos por su fe cristiana, todas las actividades religiosas en China deben estar integradas en una de las cinco organizaciones existentes bajo la autoridad de la Oficina de Asuntos Religiosos del Gobierno: la Asociación Católica Patriótica, el Movimiento Protestante Tres-Autopatriótico, la Asociación Islámica, la Asociación Taoísta y la Asociación Budista. La Iglesia católica en la clandestinidad estima sus seguidores en ocho millones, el doble que la oficial.

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