Masajes de penitencia
12 fisoterapeutas atienden el centro de atención al costalero de Sevilla, que cumple cinco años
Juan Carlos Carmona lleva dos días con el brazo derecho dormido. Ya sólo le quedan por despertar dos dedos y cree que es cuestión de horas. Hace siete años que sale de costalero en la Semana Santa de Sevilla y dice que nunca ha tenido tantas secuelas como esta vez. Sacó a la virgen de la Paz el Domingo de Ramos y a la de la Hermandad de las Penas el lunes. El martes lo pasó durmiendo y ayer acudió al Centro de Atención del Costalero para que le dieran masajes.
"Nunca había sentido la necesidad de venir, pero este año me he puesto fatal", cuenta, algo más aliviado después de pasar casi una hora extendido en la camilla en la que un fisioterapeuta le ha masajeado la espalda, los gemelos, el cuello y los abductores. "Me han dejado nuevo", reconoce.
El Centro de Atención al Costalero, financiado por el Ayuntamiento, el Consejo de Hermandades y Cofradías y el Colegio Profesional de Fisioterapeutas de Andalucía, funciona desde hace cinco años entre el Domingo de Ramos al Sábado Santo. Según uno de sus coordinadores, Ángel Yáñez, este año se están batiendo récords. Hasta el martes por la tarde se habían realizado 212 asistencias, un 6% más que en la semana Santa de 2003. Y a primera hora de la tarde de ayer una decena de costaleros esperaban su turno en el centro cívico Las Sirenas, donde está ubicado el servicio.
Entre los que esperan, Javier Quesada y Manuel Puelles, dos primos que el lunes sacaron al cristo de San Gonzalo para seguir la tradición familiar. Debajo de este paso van nueve miembros de su familia, padres, hijos, hermanos, tíos y primos de dos generaciones. Javier, de 19 años, es el más joven. Como todos, empezó saliendo de nazareno y cuando cumplió 18 se integró en la cuadrilla de costaleros. "Y cuando se van haciendo más mayores, otra vez de nazareno", explica apenas una hora antes de volverse a meter debajo de un paso.
Además de cumplir con la tradición familiar el lunes, Javier sale también el martes en Los Javieres y el miércoles en las Siete Palabras. Y este año repite el sábado bajo San Gonzalo, uno de los pasos que participa en el cortejo del Santo Entierro Grande, una procesión que se organiza excepcionalmente los años en los que hay alguna fecha importante que conmemorar y que en esta ocasión celebra los 400 años de la Semana Santa tal y como hoy se conoce: con una carrera oficial que debe llevar a todas las hermandades a cumplir estación de penitencia en la Catedral.
En previsión a lo que le queda, Javier ha decidido acudir por primera vez al centro del costalero. "A ver si me descargan un poco", dice. El servicio cuenta con 12 fisioterapeutas, dos coordinadores, un enfermero y un administrativo, y está preparado para atender antes, durante o después del esfuerzo.
Los más previsores acuden antes para tratar una lesión previa o recibir consejos sobre cómo repartir la carga y minimizar las secuelas. Los que llegan después suelen presentar contracturas y sobrecargas musculares y son tratados con masaje y crioterapia (frío terapéutico para aliviar hematomas o recuperar el tono muscular). El tratamiento es personalizado y "sin prisas", según el coordinador. La dedicación sorprende a los pacientes, como Juan Vázquez, que acudió ayer por primera vez después de 11 años de costalero y asegura que va a ser una cita obligada para las próximas semanas santas. "Me han dado mucho más fuerte de lo que pensaba. Una experiencia buenísima", dice.
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