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Reportaje:DEBATE SOBRE EL VELO

Símbolo de identidad o de opresión

La abogada francesa Linda Weil-Curiel, miembro de la Liga Internacional de Derechos de la Mujer y la presidenta de la Asociación Cultural de Mujeres Musulmanas de Suiza, Nadia Karmous Rachedi, participaron el jueves en un encuentro sobre El velo (o yihab) como símbolo religioso o cultural y su aceptación por la sociedad. En el acto, organizado por el Grupo Valenciano del Club de Roma, que dirige el consejero de territorio y Vivienda, Rafael Blasco,

cada una expuso su postura respecto a la ley francesa que limita el uso de símbolos religiosos en espacios públicos. Horas antes del debate, ambas tuvieron un encuentro en un céntrico hotel Valenciano con EL PAÍS.

Pregunta. ¿Cuál es su opinión respecto al uso del velo?

Linda Weil-Curiel: "Es la expresión de la limitación al derecho de ser autónomas"
Nadia Karmous Rachedi: "Es una muestra de libertad que refleja una opción religiosa"

Linda Weil-Curiel. Es un signo del estatus inferior de la mujer en la sociedad que se conceptualiza como una agresión.

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Nadia Karmous Rachedi. Creo que es una libertad fundamental que se ha de respetar. Ponerse o no el velo forma parte de la elección de toda mujer. Formamos parte de una sociedad plural, multicultural y multirreligiosa por ello hay mujeres que optan por llevar el velo y otras que no lo llevarán. Ahí radica la riqueza del ser humano. Personalmente, no estoy de acuerdo con las asociaciones que están en contra del uso del velo -aunque tampoco me opongo a estas entidades, especialmente si las integran mujeres-. También estoy en contra de las asociaciones que defienden la obligatoriedad del velo porque creo que es una cuestión que afecta el aspecto privado de la persona. Si tenemos libertad de elección, si vivimos en una democracia que garantiza la libertad individual ¿por qué limitar estas condiciones en el tema del velo y hacer una democracia de dos velocidades?

L. W-C. ¿Me deja que le haga una pregunta? ¿Usted lleva ese chisme como si llevara una pluma en la cabeza? ¿Cuál es la diferencia?

N. K. R. Le devuelvo la pregunta, usted... [Weil-Curiel la interrumpe]

L. W-C. Le he hecho una pregunta, ¿no tiene usted una respuesta?

N. K. R. Sí. Me visto como quiero; ésta es mi respuesta. Soy libre de vestirme como desee. Soy libre de ponerme la pluma pero me visto con... [Weil-Curiel vuelve a interrumpir]

L.W-C. Pero este pañuelo que lleva tiene un significado especial...

N. K. R. Significa mi libertad y no someterme... Yo tengo libertad de elección y la asumo, elijo mi vida y lo que me pongo.

P. ¿Cuando ven a una persona con velo, que representa para ustedes?

L. W-C. Significa una regresión reciente, es una prenda de importación reciente en occidente y un paso atrás respecto a otros tiempos. Aún recuerdo cuando llegaban mujeres de las colonias en Argelia y el velo era un símbolo del que estaban contentas de liberarse. Llevarlo es la expresión de la limitación del derecho de las mujeres a circular libremente, a ser autónomas. Representa el sometimiento hacia el hombre y además, es el signo de la segregación y la distinción de derechos entre la mujer y el hombre. Vivimos en una sociedad mixta y pretendemos que siga siendo mixta. Esta indumentaria expresa todo lo contrario e induce a unos comportamientos que suponen limitaciones para la mujer. El problema que hemos abordado en Francia no se refiere sólo al velo. La yihab implica además una serie de limitaciones de comportamiento en las aulas: las chicas no quieren sentarse al lado de los chicos, no quieren participar en clase de gimnasia y mucho menos ir a la piscina, lo que acaba por aislarlas de la sociedad en la que viven.

P. ¿Se siente usted limitada o sometida?

N. K. R. En absoluto. Los límites los ponen los seres humanos y el aislamiento lo crea Francia al estigmatizar a una parte de la población [con la ley]. Excluye y la exclusión nunca ha resuelto nada. Algunas mujeres bajo el pretexto de defender la libertad o la tolerancia son todo lo contrario: intolerantes hacia otras mujeres que han decidido libremente vestir de una manera que refleja una expresión religiosa que viene del fondo del corazón. Y tampoco se atenta a la filosofía de la sociedad mixta como demuestra el hecho de que yo esté aquí hablando y no sea mi marido o mi hermano el que hable por mí. Las culturas europeas no tienen que atribuirse el derecho a cambiar otras, que, por cierto, ya están haciendo un trabajo de cambio desde ellas mismas.

P. ¿Existe el peligro de que con estas leyes provoquen indirectamente un reforzamiento de las posturas más integristas?

N. K. R. Claro. La reacción que ha habido es similar a la del adolescente punk al que se le prohibía en 1980 que no llevara cresta y se la dejaba más larga. Si confiamos en la escuela laica ¿por qué no dejar a los niños y jóvenes libertad y que elijan ellos mismos la ropa que quieren ponerse? Crea un integrismo en ambas partes y esto es peligroso. Recuerda a los viejos demonios de la colonización.

L. W-C. En las escuelas francesas hay chicas adolescentes que no quieren dar la mano a sus compañeros, que no responden a su maestro basándose en su religión. Esto no cabe en un estado laico. La Asamblea francesa elegida por los ciudadanos tiene derecho a hacer una ley necesaria en defensa de nuestra laicidad.

'Yihab' de deporte

Ni a Nadia Karmous ni a Linda Weil-Curiel les fue fácil mantener la calma cuando escuchaban a su oponente. Mientras la abogada francesa no cejaba de gesticular y mover los brazos, la representante musulmana movia la cabeza de izquierda a derecha y apuntaba constantemente argumentos de réplica en un folio. Los gestos, resoplidos y demás esfuerzos de contención, sin embargo, no fueron suficientes. Las interrupciones fueron constantes y el intérprete en ocasiones no daba abasto. En ocasiones, la traducción de una intervención quedaba solapada por una respuesta, que, a su vez, era interrumpida por la otra conferenciante.

Uno de los momentos más tensos se produjo al tratar la relación del deporte y el islam. La abogada francesa aludió a las negativas entre escolares musulmanas francesas a hacer deporte con compañeros o vestir pantalones cortos. Weil-Curiel aludió al veto de países islámicos contra la participación de atletas femeninas en las olimpíadas. "Para ellas existen unos juegos específicos, los Juegos de la Solidaridad Islámica", señaló, "en los que no se permite la presencia masculina y se celebran las victorias así". La abogada mostró entonces la foto de un podio en el que las vencedoras, medalla al cuello, posan con una túnica negra hasta los tobillos. "¿Éste es el espíritu y la felicidad olímpica?", preguntaba irritada.

"No estoy de acuerdo con ese atuendo a nivel personal", respondía Karmous, "pero ¿quién es Francia para determinar si esta mujer está equivocada?, ¿quién puede juzgar a esta persona?". "Además", comentó, "ahora se está haciendo ropa adecuada. Hay una empresa holandesa que diseña yihab para hacer deporte. Si se buscan, las soluciones se encuentran".

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