De Cuenca a Solesmes

Dos sentimientos encontrados (o paralelos) se suelen elevar en primer plano al pensar en qué músicas escuchar durante la Semana Santa, periodo en el que la mayor parte de las salas de conciertos habituales ponen el cartel de "cerrado por vacaciones". Por una parte palpita una inclinación al recogimiento, por otra un deseo de cambiar de aires. El canto gregoriano es una opción ideal para lo primero, la Semana de Música Religiosa de Cuenca ejemplifica el turismo musical de calidad. Y también es posible la combinación de recogimiento y viaje de iniciación: en Solesmes, por ejemplo.

Son días, los de Semana Santa, en los que la música asociada a las procesiones crea una atmósfera especial en las ciudades. No es únicamente la que proviene de las bandas de cornetas y tambores o de las saetas. Ahí están esos momentos para la reflexión de la emocionante música de capilla para oboe, clarinete y fagot -los pitos en terminología popular- que acompañan algunos pasos de Semana Santa de Sevilla, pongamos por caso. Pero, bueno, esto es otra historia.

La Semana de Música Religiosa de Cuenca alcanza este año su edición número 43, se extiende del 2 al 11 de abril y tiene 22 conciertos en diferentes lugares, desde el Auditorio o la recoleta iglesia de San Miguel hasta el convento de las religiosas justinianas de San Pedro o la impresionante sala de arpilleras de Millares en la Fundación Antonio Pérez. Abundan las primeras figuras de la interpretación: Jordi Savall, John Eliot Gardiner, Gustav Leonhardt, Christophe Rousset, Emmanuelle Haïm, Elías Arizcuren, López Banzo y un largo etcétera. Todo esto está muy bien, pero de lo que quería llamar la atención en esta ocasión es de la participación de Juan Carlos Asensio y su grupo de canto gregoriano Schola Antiqua en dos proyectos de extraordinario interés. Por un lado hacen el canto llano de la versión completa en tres días del Oficio de Semana Santa -Officium Hebdomadae Sanctae-, de Tomás Luis de Victoria, una obra maestra absoluta, que no escucha con frecuencia, y, como en las últimas ediciones, interpretan el Triduo Sacro y la Misa del Domingo de Pascua -Missa in die Sancto Paschae- asociada al rito litúrgico en la catedral, con entrada libre. Coinciden, pues, las tendencias de sosiego, espiritualidad y viaje interior a través de la música, a las que se hacía referencia más arriba.

El Oficio de Semana Santa de Tomás Luis de Victoria está a cargo del competente grupo La Colombina y se celebra en la iglesia de San Miguel durante el jueves, viernes y sábado santos, a las doce de la mañana, con localidades que oscilan entre los 10 y 15 euros. El Triduo Sacro comienza a las cinco de la tarde el jueves y viernes, y a las 22.30 del sábado. La misa del domingo es a las 10.30. Es una doble oportunidad de introducirse con rigor en los misterios de la música tal vez más secreta y enigmática en su aparente sencillez. Juan Carlos Asensio ha publicado recientemente en Alianza un libro fundamental sobre la historia, liturgia y formas del canto gregoriano que puede ayudar al descubrimiento de las claves más sutiles y científicas del "arte de la oración".

Otra forma de introducción a lo grande al canto gregoriano es acercarse a escucharlo en directo a la abadía benedictina de San Pedro de Solesmes, en un pueblecito de unos 1.500 habitantes de esa Francia interior regada por el río Sarthe, a algo más de 200 kilómetros de París, 80 de Tours y 110 de Nantes, no lejos de la zona de castillos del Loira. En Solesmes se interpreta con toda probabilidad el gregoriano más puro, más etéreo, más felizmente anclado en la tradición. Escuchar en la larga nave de su abadía-fortaleza cualquiera de sus cinco sesiones diarias (misa concelebrada y cantada a las 10.00; Sexta a las 13.00; Nona a las 13.50; Vísperas a las 17.00 o Completas a las 20.30) es una experiencia realmente inolvidable, de una espiritualidad y belleza conmovedoras. En el interior del monasterio existe una hospedería que permite vivir unos días de retiro espiritual con el gregoriano como compañía musical. Un lujo en estos tiempos tan peligrosamente acelerados.