Subcontratas para un trabajo muy peligroso
Las personas asesinadas en Faluya trabajaban para Blackwater USA Security y proporcionaban seguridad en transportes de alimentos. El perfil de esta empresa se ajusta al patrón de otras muchas contratadas por el Pentágono: creadas por directivos vinculados al Ejército que fichan a cientos de ex militares, algunos retirados y otros expulsados por conductas agresivas o delictivas. Son, en muchos casos, compañías dedicadas a reunir un nuevo tipo de mercenarios disfrazados de agentes de seguridad y dispuestos a hacer un dinero rápido aceptando un empleo tan peligroso que el Pentágono prefiere subcontratarlo.
El sueldo mínimo para este tipo de trabajo asciende a 15.000 dólares al mes, aunque muchas de las empresas que han logrado contratos de seguridad adjudicados por el Pentágono ofrecen 250.000 dólares anuales a quienes deseen correr el riesgo de convertirse en empleados en Irak.
Blackwater USA tiene en su nómina a decenas policías que han dejado el cuerpo con mayor o menor gloria y ex comandos o soldados de operaciones especiales dispuestos a aceptar el empleo porque se mueven bien en zonas de guerra o porque intentan resolverse la vida con un dinero rápido. El negocio de esta empresa es directamente proporcional a la desventura del Pentágono: cuando peor van las cosas, más reclaman sus servicios. Proporcionan seguridad privada -suyos son algunos de los guardaespaldas que protegen al administrador Paul Bremer- y también colaboran en tareas tan militares como la desactivación de minas en las carreteras o el entrenamiento de policías iraquíes.
Instituto Columbine
La empresa fue creada en 1996 por un ex marine, pero nunca antes había conseguido una inyección de dinero tan elevada como los 57 millones de dólares que le paga el Pentágono. Sus instalaciones en Charlotte (Carolina del Norte) incluyen un sofisticado campamento militar en el que hay un edificio con aspecto de colegio; los agentes aprenden allí a intervenir en ataques basados en la matanza de estudiantes en Columbine. Hay galerías de tiro ultra sofisticadas, prácticas de disparo de misiles desde helicópteros y maniobras de supuesto rescate de rehenes.
Un portavoz de Blackwater descartó que la empresa vaya a replantear su participación en Irak, pero otras compañías pueden hacerlo. Halliburton, una de las empresas que más beneficio obtienen con los contratos del Pentágono a pesar de las polémicas de los últimos meses, ha anunciado que va a estudiar la seguridad de su personal en la zona, que asciende a 20.000 empleados por todo Oriente Próximo. Otros, como Research Triangle Internacional, que proporciona servicios de seguridad como los de Blackwater, consideran que el peligro está en el precio de la factura: "Cuando hay una escalada de violencia, nos adaptamos", dice su vicepresidenta, Sally Jonson.
Actualmente hay 15.000 civiles en Irak contratados por el Pentágono, uno por cada diez soldados de EE UU.
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