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Columna
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Arenas 2: el retorno

Eso de que segundas partes nunca fueron buenas es un lugar común que está lleno de excepciones, como saben los que han visto la serie de El Padrino, pero es poco probable que Javier Arenas tenga el talento de Francis Ford Coppola.

Ayer, la Junta Directiva Regional oficializó el nombramiento de Arenas como líder del PP andaluz, función que venía desempeñando oficiosamente compatibilizándola con otros cargos orgánicos nacionales de los que ahora queda desprovisto.

Volvemos así a la misma situación que existía hace catorce años, aunque con dos importantes diferencias: Arenas ya no es el "joven Arenas", un político prometedor y carrerista, sino un político en declive. A la vez, el PSOE ha dejado de ser un partido en decadencia y está en el inicio de un nuevo ciclo, cuya duración, en cualquier caso, está por ver.

No está claro si en verdad Arenas vuelve para resucitar al PP andaluz o si Rajoy pretende sólo quitárselo de encima para evitar que enrede. Difícilmente puede Arenas mejorar un PP-A de cuyos vicios es él mismo el principal responsable. Lo que resulta evidente es que su nuevo destino no ha de satisfacerle demasiado: recordemos que fue él -con el concurso del PP malagueño, que temía que Celia Villalobos se postulara- quien precipitó la elección de Teófila Martínez como candidata en el último congreso del PP-A, en septiembre del 2002, en Granada, para adelantarse a la posibilidad de que recayera en él el dedo imperativo de José María Aznar.

A pesar de su origen -procede de la civilizada UCD-, Arenas es un político correoso y de mal perder, que ha protagonizado el más grave incidente vivido en este país durante una noche electoral: en 1993, acusó de pucherazo al PSOE al ver que los resultados no eran ni mucho menos los que esperaba.

Cuando llegamos a ciertas edades nuestros defectos tienen difícil enmienda. Por eso resulta bastante improbable que Arenas pueda aplicar las enseñanzas que se obtienen de la victoria de José Luis Rodríguez Zapatero, que ha demostrado que las buenas maneras tienen premio en las urnas. Previsiblemente, el regreso de Arenas no hará sino ahondar en los vicios ya existentes en la política andaluza, de los que, por cierto, no es culpable exclusivo el PP.

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Lo más increíble de este asunto es que el PP no tuviese previsto el recambio de Teófila Martínez: hacía mucho tiempo ya que las encuestas vaticinaban el triunfo por mayoría absoluta de Manuel Chaves. Arenas no es diputado regional, por lo que tendrá que ejercer la oposición parlamentaria a través de persona interpuesta.

En los últimos ocho años se ha venido repitiendo que el PP había demostrado que se podía gobernar en España -incluso con mayoría absoluta- perdiendo elecciones en Andalucía. Era sólo una fórmula con la que transformar la necesidad en virtud.

Cosas muy raras tendrían que ocurrir para que, en Andalucía, el PP lograra imponerse sobre el PSOE en un plazo inferior a ocho años. Para entonces, el líder andaluz del PP habrá cumplido 55 y serán ya pocos los que se acuerden de que una vez fue llamado "el joven Arenas".

El tiempo es así de ingrato.

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