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El cartel no afloja

El pasado 10 de febrero, en un movimiento sorpresa, la OPEP anunciaba en Argel que se daba de plazo hasta su reunión de ayer en Viena para reducir su exceso de oferta de crudo, para luego proceder a aplicar un recorte adicional. La primera parte de la historia no se ha cumplido. La segunda parte fue ratificada ayer, y está por ver si, como muchos sospechamos, tras transmitir un mensaje de autoridad y control, los miembros del cartel cumplirán lo pactado o, como ha venido sucediendo hasta ahora, querrán aprovecharse de los altos precios actuales del crudo, abriendo las espitas un poco más de la cuenta. Que los precios prosigan su escalada o no dependerá en cierta medida de esta simple cuestión.

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Al margen de esta consideración, el desarrollo de los acontecimientos parece permitir extraer un importante "aviso para navegantes": independientemente de las presiones ejercidas (en plena campaña electoral) desde EE UU, Arabia Saudí está decidida a ejercer un férreo control sobre la OPEP y el mercado del crudo, de acuerdo a sus intereses. Y éstos pasan por mantener el precio del crudo por encima de la tan cacareada franja de los 22-28 dólares por barril, lo que significa abandonar la política de precios relativamente bajos para no favorecer una excesiva pérdida de mercado a manos de productores ajenos al cartel.

Esta decisión se basaría en la confianza que otorga saber que la OPEP controla dos tercios de las reservas mundiales de crudo y conocer, a ciencia cierta, que los competidores del cartel tienen muy poco margen para incrementar de forma significativa su capacidad de producción para encarar el incremento de la demanda que se avecina. Ambos factores hacen inevitable que el futuro de la demanda mundial de crudo pivote en torno a la OPEP y, por supuesto, de Arabia Saudí, el rey de reyes en el mundo de la producción y exportación de crudo.

Sin duda, lo que acabo de exponer entra en flagrante contradicción con una opinión muy extendida en los mercados tras el rápido desenlace de la guerra de Irak, cuando muchos pronosticamos una pérdida de influencia del cartel. Las malas relaciones entre Riad y Washington, el control estadounidense de los yacimientos iraquíes, los constantes guiños de complicidad entre EE UU, Rusia y otros países productores como México, hacían suponer que el cartel tendría dificultades para mantener su control sobre el mercado sin el apoyo de EE UU.

La lección es, pues, que Arabia Saudí y la OPEP no tienen ninguna intención de ceder su liderazgo en el mercado del crudo, ni tan sólo de que éste se ponga en duda.

Mariano Marzo es catedrático de Recursos Energéticos de la Universidad de Barcelona.

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