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Entrevista:SANTOS ARIÑO | Barítono y director del concurso de canto de Bilbao

"Ahora es el reino de los directores de escena en la ópera"

Santos Ariño, a punto de cumplir 50 años, se ha hecho cargo de la dirección artística del Concurso Internacional de Canto de Bilbao, que se celebrará su décima edición entre los días 18 y 27 del próximo noviembre

Pregunta. ¿Qué significa para quienes aspiran a desarrollar una carrera profesional un concurso de canto?

Respuesta. Muchas cosas que te pueden ayudar a lo largo de la carrera, no sólo ganarlo o no ganarlo. Yo participé en un concurso en Barcelona que perdí por el repertorio. En la final canté una cosa que no debía haber cantado y el primer premio quedó desierto. Esa lección me sirvió para toda mi vida: tengo que elegir el repertorio que me conviene, no lo que yo quiero cantar.

P. ¿Qué supone para usted haber aceptado dirigir el concurso?

R. Por un lado, siento que mi carrera se va a estancar. Voy a hacer 50 años, pero para un barítono es una edad buena. Pero este trabajo me permite hacer otra cosa que también me gusta: la enseñanza, trabajar con jóvenes, intentar trasmitirles mis experiencias y mi técnica de canto. Y vuelvo a vivir en Bilbao, después de seis años en Madrid, sinceramente, me apetecía estar rodeado de mis amigos y mi gente. Y tener un sueldo fijo, que cuando estas cantando no lo tienes.

P. ¿Qué balance hace de estos diez años de concurso?

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R. El concurso de Bilbao tiene un prestigio, está en un circuito al que los maestros mandan a los cantantes. Un concurso sube en cuanto que los cantantes que ganan el concurso empiezan a hacer una carrera. Por desgracia, hay buenos concursantes que no llegan a ser buenos intérpretes de ópera.

P. ¿Qué les falta?

R. Cuando sales a un concurso te agarras al piano y cantas. Un Pavarotti hoy, incluso con su voz, no sirve en la ópera. Hoy en día el espectáculo es más completo. Hace unos años fue el reino de los cantantes, luego fue el reino de los directores y ahora, de los directores de escena en la ópera. Han contratado a Almodóvar para dirigir Così fan tutte. ¿Qué sabe de cantar ópera?

P. ¿Perjudican a la ópera los montajes con gran peso de la parte escénica?

R. Depende. Yo he tenido la suerte de trabajar con Zeffirelli, que sabe de ópera y nunca está en contra de la ópera, del cantante. Lo importante es que el director de escena respete el trabajo del cantante.

P. La formación centrada en las voces no es, entonces, lo que demanda el mercado.

R. Nosotros vamos un poco por detrás. Mis clases en el conservatorio de Burdeos ya incluían en 1980 clases de canto y clases de arte escénico.

P. ¿Por qué surgen tantos cantantes de ópera en Corea del Sur y China?

R. En esos países descubrieron hace unos años que tenían voces, no se sabe por qué. Y a esto se une que tienen una gran capacidad adquisitiva. Pagan una burrada por sus lecciones. Las escuelas de canto en Italia están llenas de japoneses, chinos y coreanos. Y, claro, los concursos también. Lo que ocurre con los chinos y los coreanos, muchas veces, es que son máquinas de cantar; no sienten nada. No son buenos intérpretes.

P. ¿Y que pesa más el talento innato o la formación?

R. Por desgracia, estudiar canto depende del dinero y de encontrar el profesor adecuado para tu voz. Se está adocenando la enseñanza del canto. La Escuela de Canto de Madrid, no da un cantante desde hace años. Hay voces perdidas porque no han tenido la ocasión de recibir una buena formación. Se puede utilizar el dinero de las becas para traer a un buen profesional que pueda enseñarles a todos los cantantes. En Euskadi hay unas voces estupendas y hay que intentar tener una buena escuela de canto, que en mi opinión no la hay.

P. ¿Salen contratos de los concursos?

R. Sí, pueden salir pero no directamente. Los ganadores hacen una gala y de ahí pueden salir oportunidades, y también de los contactos que surgen con los miembros del jurado.

PERFIL

Santos Ariño nació en Caracas en 1954 en el seno de una familia vasca. Cuando se trasladó a vivir a Algorta su afición al canto encontró el mejor caldo de cultivo en el coro Biotz-Alai, donde descubrió la fuerza de su voz de barítono. Defensor del principio de que un cantante de ópera debe cantar lo que mejor se adapte a sus condiciones y no lo que le guste, sabe que nunca saldrá a un escenario a cantar su ópera favorita, 'Rigoletto'.

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